viernes, 24 de octubre de 2014

ADELAIDA BORDÉS BENÍTEZ



Nací en San Fernando y me dedico a hacer traducciones. Me  considero adicta a la lectura y no recuerdo cuándo empecé a escribir. Mi primera publicación fue un poema en una revista literaria llamada “Arena y Cal”, luego en “Ambito” y actualmente  en “Pléyade” y “Speculum”, ésta última editada por el Vicerrectorado de la Extensión Universitaria de UCA. He ganado varios premios literarios en la modalidad de cuento, participado como miembro de jurado en distintos concursos literarios, ofrecido charlas, conferencias y talleres de lectura. Desde hace trece  años escribo artículos literarios en el periódico “Información San Fernando”. He publicado dos novelas: La última lágrima, en 2010 y Fideos con caballa en 2012, ambas con  Publicaciones del Sur Editores. Soy miembro del Ateneo Artístico, Científico y Literario de Cádiz, de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando y  del Club de Letras del Vicerrectorado de la Extensión Universitaria de UCA.
Poemas
I
Volaron las cigüeñas

He esperado tanto que todavía estoy aquí.
Siento el vasto desamparo del silencio,
del denso silencio que me dejó tu voz.
Abrocho los días a las madrugadas.
Los sueños enviudan
mientras yo permanezco olvidada por todos.
Huyeron los segundos a lomos de las horas.
Las ganas, los delirios se volvieron ceniza.
Volaron las cigüeñas.
Sólo me queda el recuerdo,
guardado en un lugar indefinible y oculto,
de su rastro de sangre.
II
Tu alma se queda

Y llenaste de vida los zapatos
para arrastrar el alma por la casa.
En el patio nos esperaba África
sin cebras, sin jirafas, sin leones.
Geranios, un jazmín, salamanquesas,
flora y fauna de este edén cerrado
en medio del ruido y la rutina,
por donde aún te oigo respirar.
Tu cuerpo ya no está, tu alma se queda
de guardia entre estos muros. Eres recuerdo,
la llama que estará siempre encendida,
que sombreará tu huella en el cojín.
Que recorre mi cuerpo sin tus manos
que me llama sin nombre, sin tu voz.
III
En lo oscuro

Regálame un instante sin orillas,
la eternidad de un beso en un segundo.
Regálame ese rato detenido
en el abrazo que mi piel aprieta.
Regálame palabras en mis labios,
que no rocen el aire que respiro.
Regálame un susurro, la mirada
que enturbia la alocada cercanía.
Regálame un poquito de tu vida.
Detenla aquí, conmigo, en lo oscuro.
Regálame la duda, como entonces.
Regálame creerme que me quieres.
Adelaida
Bordés
Benítez

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