Ricardo Carpintero González, nacido en Sevilla y actualmente residente en Cádiz, donde cursó estudios de Derecho y Gestión Pública en el Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid donde fue Secretario de Organización de la Federación de Servicios Públicos de U.G.T. en Cádiz, Andalucía y Madrid durante 16 años.
De regreso a Cádiz ciudad que le acogió hace 30 años ha pasado por
varios Departamentos dentro de la Delegación de Salud.
Empezó a hacer poesía, casi al tiempo que aprendió a escribir en un
Colegio Marista y se considera un poeta comprometido con todo lo injusto, bajo
el lema que siempre le acompaña, “Ayudadme a Ayudar”.
Pasó su infancia en un Pueblo Minero de la Sierra de Sevilla. Sus
recuerdos de entonces, se mezclan con el olor a aceite frito de los churros del
mercado camino del Colegio Marista, y el pitido de las sirenas de las minas,
unas veces anunciando el fin de la jornada con la alegría de poder ver a su
padre, o el miedo a la tragedia y el dolor de los entierros de mineros muertos
en los derrumbes de unas minas cada vez más abandonadas y en la que sus dueños
cada vez invertían menos en seguridad, como escuchaba decir a su padre en los
atardeceres rojos en la plaza del pueblo.
Más tarde llegaron los encierros en los pozos y las huelgas en las que
su padre participaba activamente, mientras él lo vivía con miedo apoyado en su
madre.
En ese contexto empieza a escribir en las hojas de los cuadernos de
clase y un profesor le anima a enviar un poema al Concurso de Jóvenes poetas
“Flor de Plata de Cazalla de la Sierra” y el premio le llega en ese contexto de
dura pugna para que no cerrasen una Mina que daba trabajo a todo el pueblo.
No pudo recogerlo y esto le llevó a guardar los poemas en una caja que
50 años después sigue llenando.
Hace un año se incorporó a la tertulia poética “Puerta Abierta a la
Imaginación” y después de esos 50 años, vuelve a concursar con uno de los
poemas de esa querida caja, siendo premiado en el Certamen de Poesía Antonio
Machado en Álora, Málaga.
Poeta que se define comprometido con lo injusto y defensor de la idea
de que los poemas una vez que se escriben, pasan a ser de todos los que los
leen.
EL GUARDIÁN DE LOS SUEÑOS ROTOS
Se detuvo la vida
en ese instante amargo,
y solo quedó tu recuerdo
amarrado al dintel de mi cama.
Se derrumbó
nuestro castillo de naipes,
construido al compás
de las tardes de verano.
Y, bajo el grácil balanceo
de las clavellinas apostadas
en las macetas que coloreaste,
quedaron prendidos los ecos de tu sonrisa.
Fueron inútiles
mis llantos, mis rezos, mis súplicas
para reunirme contigo,
“Amor”.
Y, mis pies,
se hundieron
en el profundo lodo
del olvido.
Solo de vez en cuando
a la sombra del almendro robado,
un vientecillo del sur
me devolvía tus caricias.
Y, en el claroscuro del jardín
tu silueta,
se convertiría para siempre
en mi propuesta inacabada.
Ni tú, ni yo,
me repetía
una y otra vez
merecíamos esto.
Pero la muerte
Con esa injusta mirada,
se fijó en ti
mi pequeño lucero del alba.
Y, me convirtió
en este;
“Guardián de los sueños..,
rotos”.
“TE ESPERARÉ EN LA OTRA ORILLA”
Ten cuidado Amor,
que las piedras que erosionan
tus olas perdidas..,
Están justo
en el borde
de mi piel, y sangran.
Ten cuidado Amor
que cuando callas
y dejas de decirme que me amas..,
Se rompen cristales
que sin quererlo,
se clavan en el alma.
Ten cuidado Amor
que en la otra orilla
acecha la guadaña..,
Cortando de raíz
las ilusiones
y esperanzas.
Y cuando el amor
zozobra en las tempestades
del alma..,
Acechan buitres
buscando
mi piel..,
Esas que erosionan
tus olas,
de espuma blanca.
Por eso Amor
cuando regreses
a esta playa..,
Verás mi velero encallado
en los arrecifes
del alma.
Esperando que vuelvas
a decirme,
que me amas…
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