Ella se define así, en “De vivir viviendo”:
“Mira si es difícil, que camina por la vida sin saber a dónde va. Mira si es retorcida, que la existencia observa desde arriba, con el vértigo que le dan las alturas y se enorgullece de las cosquillas que percibe en su interior al mirar. Mira si es enredada, que no pretende estar tranquila y se me queda dormida entre las olas del mar. Mira si le gusta complicar la vida, que viaja sin muda que la vista y sin vehículo que la traslade a ningún lugar. Mira si es terca, que utiliza sus piernas para brincar cual caballo desbocado, sin importarle quien pueda mirar. Mira si es orgullosa, que no oculta su alegría porque ella le abrazó muy fuerte entre gotitas de lluvia una tarde gris y oscura que se dispuso a caminar.
Y mírala bien, no la pierdas de vista, porque para más inri no cierra los ojos al dormir…, para ella, la vida es un sueño que aún está por disfrutar.”
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Necesito tiempo
Pasan los años
y necesito más al tiempo.
Tiempo para seguir cosiendo
los sueños que le faltan a tu vestido.
para pintarte las pestañas de ilusiones perdidas
y que no las pierdas de vista.
Para adornar tu boca con la más dulce de las sonrisas,
para escribir ese poema que toque tu alma
y me haga eterna en tu realidad.
Necesito tiempo,
ese tiempo que va desapareciendo en cada tictac del reloj
y se me escapa de las manos,
cual arena de la playa que entre los dedos se va deshaciendo.
Tiempo,
necesito tiempo para seguir dando pinceladas
al lienzo níveo que me espera cada día
en la puerta de mi casa.
Necesito el tiempo que se pasa
y arrebata la inspiración por las prisas,
su falta hace desaparecer la improvisación
convierte los pasos en monotonía
y no me permite seguir escribiendo en las páginas de la vida.
Te necesito tiempo,
te busco y no te encuentro…
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DUELE EL OLVIDO, MADRE
Duelen los días, madre,
traspasa la piel el frío de tus manos en mi cara,
y rompe el alma
tu mirada perdida en el horizonte del olvido.
Duele el gris que anida sobre azul en tus ojos.
El silencio sin memoria enfadado con el mundo,
grita a los cuatro vientos
por haber perdido el mapa para llegar a ti.
Madre, me duele ver
que has dejado de mirarte al espejo
por miedo a no reconocerte.
He perdido el norte, madre,
los olores derrocharon significados
en el tropiezo de tus pies sobre la remembranza.
El papel de tu recuerdo ha quedado níveo,
tragando las letras del pasado,
y mi nombre se ha desorientado
jugando al escondite entre palabras olvidadas,
temblando como una hoja.
Hoy, el agua de la lluvia en mis ojos,
ha borrado la huella de tus pasos.
La melodía de tu nana ya no acuna mi sueño
porque la luna se olvidó de salir.
No hay marea, madre,
las coquinas quedaron olvidadas en la playa,
ya nunca más serán recogidas por nuestras manos
ni las olas del mar nos empujarán para sonreírle a la cara.
He amontonado los recuerdos en un cajón,
de él iré cogiendo aquello que precise
para no olvidarme de ti.
Duele tu olvido, madre,
por ello voy a restituir a tus pasos los colores
que permanecieron en el camino falso,
creado por la imaginación en blanco…
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