Ricardo
Carpintero González, nacido en Sevilla y residente en Cádiz donde ha realizado la
mayor parte de su producción Poética, inspirado por esta Ciudad y por su
profesión en la Sanidad Pública, donde ha ejercido durante más de treinta años
de su vida a turnos la mayor parte de ellos, con noches y fines de semana
incluidos, todo un mundo de sensaciones que esa profesión conlleva, dolor,
sufrimiento, tristeza por perdidas, pero también alegrías al ver salvar vidas y
traer otras al mundo.
Vivencias que terminan plasmadas en un papel y a veces en
una servilleta en la cafetería de un hospital.
Por
ello estos dos poemas tratan de hacerle un pequeño homenaje a esas vivencias y
a esos hombres y mujeres que entregan sus vidas a una profesión que si no es
vocacional os aseguro que es difícil de llevar a cabo.
Y
como suele decir “que un poeta es un escritor con prisas”, aquí en
este Blog del VII Encuentro "Poetas de Ahora", os deja estas dos
historias convertidas en pequeños poemas de amor por los demás.
“Intervención
en Cádiz City”
Sonaba con insistencia el teléfono en
la mesita
al otro lado, un suspiro anunciaba un
accidente,
en la noche negra de un otoño espeso
sólo las balconadas entreabiertas
aliviaban el sofoco interior.
Una escalera imposible conducía hacia
una enorme puerta
que aún conservaba el esplendor de
dos siglos de vida,
la entrada acomodada de sillones de
eskai rojos
nos invitaban con añeja elegancia a
detenernos.
Escoltados por dos verdes macetones,
nos dirigimos al pasillo
situándonos frente a una enorme
consola de madera noble
coronada por un espejo degastado por
el paso del tiempo,
enfocamos a la derecha donde se
dejaba ver en el suelo
el camisón blanco de nuestra “Heroína
de noventa y dos años”.
Sola, desconsoladamente sola, apoyada
la espalda
en una butaca caída, nos obsequió con
la más bella sonrisa
que nadie supo comprender.
Tardamos unos minutos en levantar su
cuerpo
frágil de bastón recio, desde donde
su templada voz
intentaba tranquilizarnos.
Nuestra “Heroína” era experta en
accidentes domésticos,
salvándose una noche más en su
consentido aislamiento...,
para ahuyentar las sombras, caminó
hacia su acogedora alcoba,
y sólo nos pidió, que apagásemos la
luz.
Cádiz, una y treinta de la madrugada.
“OCTAVA PLANTA, DÉCIMO DÍA”
Ha salido un sol radiante que inunda los pasillos
donde inquilinos de a dos conviven en amplias
habitaciones,
las familias, con lágrimas contenidas
se esfuerzan por aparentar normalidad.
De vez en cuando los más intrépidos
haciéndoles un guiño a la vida, hacen que pasean
arrastrando en sus manos el instrumento
que les mantienen químicamente vivos.
Por eso, quizás hoy, en este décimo día
siento un enorme deseo de abrazarte,
de quedarme aquí para siempre, formando parte
de este mundo volátil, previsible de antemano,
en el que te sientes, “tan cómodo de no padecer en
lo físico” …
… Pudiendo por ello entregar ese sufrimiento útil,
ese rezo contenido, esa energía vital necesaria
que les dé claridad a sus turbadas almas …
… Sin embargo vuelve demasiado de prisa “La Parca”,
llevándose vidas aún llenas de esperanza ,
destrozando ilusiones, rompiéndome el alma,
alejando de nosotros los seres que amabas.
Detente vida que no es vida,
no rompas otra vez la magia
la que nos da tu presencia que tanto nos aporta,
y hace que otros puedan seguir esa estela inacabada.
Vuelve vida a la vida,
bésame amor en esta mañana
para que todos vean, que no puedes irte,
porque aún …, me Amas.
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