La poesía es la materialización
del mudo diálogo interior, donde nos encontramos con nuestros "yos". Es fugaz y etérea, es un diálogo con uno mismo y con
cuanto te rodea, pudiendo ir desde la desnudez interior a veces triste,
fatigada, oscura…, y otras de una intensa
luminosidad y color.
Es el refugio donde modelamos las
emociones, ahí se debaten razón y corazón, para dar a lo vital la estética que
edulcore el amargor cotidiano o resalte la sencillez extrema de la vida. De su
mano damos forma a la realidad vivida, observada..., forjamos sueños y nos
dejamos llevar para sentir mediante la ingravidez de las palabras con las que
construimos la arquitectura de las producciones.
Pincelada biográfica
En un rincón al sur del sur, en San Fernando “La Isla de
León”, tierra de tradición marinera, cuna de la libertad, ahí nací. Entre
arrullos de aromas salobres de sus marismas y vestigios de grandes culturas.
En una casa que rezumaba esencias de generaciones pasadas. Sus historias, desmenuzadas con pulcritud en concurridas tertulias (abuela, tíos y vecinos) contribuían al calor familiar, en tanto los datos que se enredaban en la algarabía de los más pequeños.
Desde su azotea parecía poder abarcarse el infinito. Medina, Chiclana, La Carraca, Gallineras… enmarcadas por marismas cristalizadas de salino coral. Por sus caños candrays y faluchos, transportaban sal y arena. La mar iba calando en mi interior, su aroma, su humedad, su color, su discurso, aunque monótono diverso.
El mar en mi leve experiencia de navegación me castigaba con severos mareos, debía cambiar mi rumbo, pero no mi atracción por él. Cambié el soñado timón por la tiza, la docencia me proporcionó grandes satisfacciones.
Me reconfortaba el trato humano, hacer camino junto a mis
alumnos, descubrir con ellos me ayudó a conocer mis limitaciones y a
superarlas. Pasados unos años, la inquietud me exigía un nuevo rumbo, aunque un
mismo destino. Echaba en falta mi contribución terapéutica por lo que focalicé
mi dedicación en los alumnos con capacidades diferentes, asesorar a sus
familias, a sus profesores. Tras cada historia acechaba la duda, la fragilidad,
el dolor, los límites de la administración...
Junto a ellos volví a aprender a vivir, a ver el otro lado de la vida. Por momentos sentí temblar mi consistencia y logré acrecentar la esperanza. Cómo transmitirla si no la fortalecía en mí.
Tras décadas tratando de hacer volar una cometa sin apenas viento creí era el momento de plasmar todas esas vivencias en mis producciones literarias. Navego entre recuerdos, afectos, añoranzas... y algún que otro lamento sobre los que asentar la arquitectura de mis letras.
POEMAS
SIN VOZ
No me busques en la cafetería.
No iré.
No me busques en la tertulia de la
alameda.
No iré.
No me busques de paseo por el
parque.
No, no iré.
No me lo impide la débil economía.
No es que me agrade cambiar mis
rutinas
de tomar un café, leer bajo los
ficus de la alameda
o de pasear bajo los desplomados
robles del parque.
No, nada de eso.
La agitada tertulia de la alameda,
con desconocidos de vidas
borrosas,
se ha quedado sin voz.
Los bancos entonan un silencio
atroz,
mientras sus sombras diluidas
pasean errantes.
Aunque la guerra les forjó a
hierro su tierna juventud,
el hambre les hiciera chirriar el
estómago,
o en el trabajo la dignidad huyera
a ratos
a todo eso resistieron.
Sabían a qué se enfrentaban.
Asumieron los riegos y lucharon
con frontalidad.
Nada consiguió silenciarles.
Pero ahora, a ésto, cómo
llamarlo...
De momento no iré.
Te reservo turno en mi libreta de
abrazos.
Anoto los días y las horas
perdidas.
Tal vez pronto un día podamos hacerlo.
PALIDEZ
Amanece.
En un alba adormecido
yacen huérfanas las sábanas y mi
piel.
No habitas junto a mí
tan solo esquivos remansos de tu
aroma
suspendidos entre los pliegues de
mi alcoba.
Esta cetrina palidez
-reflejo nítido del lienzo de
dudas que me atrapa-
me devuelve a la inmortal soledad
cuando al despertar no me
acompañas.
Mis ilusiones alojé en tu pecho
mi desnudez creí incendiaría tu
calma,
esperaba esculpieras mi alma con
tus dedos,
mas solo conseguí cristalizarán
algunas lágrimas.
De lo celestial a lo terreno me
sentí trasladado.
Atrapado en mi interior quedé ,
en cada pliegue de mi razón sentí
una llaga
no creí lucir jamás esta mirada oblicua,
ni que mis ojos se eclipsaran
al saber que tan solo de ti
me quedaran las migajas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario