Juan Emilio Ríos Vera nació en Algeciras (España) en 1966.
Licenciado en Filología Hispánica. Presidente del Ateneo
“José Román” de Algeciras y de la Sección VI del Instituto de Estudios
Campogibraltareños. Presidente de la Agrupación Poética “José Luis Cano”. Socio
del Ateneo Republicano “Blasco Ibáñez” de Valencia y de la Asociación de Poetas
pro Derechos Humanos. Premio
"Aljabibe" de Poesía en 2012. Escudo de Oro de la Unión Nacional de
Escritores (2014), medalla de san Isidoro de Sevilla de la UNEE (2018), insignia
de oro de la ciudad de Algeciras.
Poeta, narrador, articulista y novelista.
Presidente fundador del Ateneo de Manilva.
Pregonero de la Feria del Libro de Algeciras, dedicada al
Ateneo de Algeciras en 2019.
Presidente del club rotario Estepona-Sotogrande
International, que preside desde Julio de 2021.
En 2021 ha recibido entre otros galardones la Estrella
Dorada, que concede el colectivo Utopía Poética Universal, y el Escudo de Plata
de la Unión Hispanomundial de poetas y la medalla al mérito literario de la
Comunidad literaria de lectores “Pájaros del alma”.
Entre sus obras destacan: Engendros de la ira (poesía), La
última columna antes del precipicio (artículos periodísticos), El caserón de la
malmuerta (relatos), La mujer esqueleto (leyenda ilustrada). Ha publicado su
primera novela: Abdul, el moro asturiano junto a Ahmed Ksiri, y tras El regreso
de la golondrina, ya trabajan en una tercera que se titulará Todos los
colores del cielo.
Reside en San Luis de Sabinillas (Manilva) desde 2005.
MIEL EN LA HERIDA A LAS MUJERES
MALTRATADAS
Te besaré cada una de tus cicatrices
con mis labios bañados en miel
y sándalo que palien tu dolor
antiguo y latente.
Acariciaré con mimo y paciencia
cada centímetro de tu carne
lacerada, restañando el daño
y restaurando la vida.
Me dedicaré en cuerpo y alma,
amor, a que te sientas, al fin,
mujer plena, mujer nueva,
y olvides los insultos y
las vejaciones que recibiste
de un mal compañero de viaje.
No es menos hombre el que
se sabe igual a la mujer,
a veces, incluso, superado
por su maravilla.
Ven, mujer, que se acabaron
los atropellos y ahora
empieza el tiempo
de los abrazos
y los besos,
de compartirlo todo
de igual a igual,
sin proyectar las frustraciones
sobre el otro.
Miel en la herida.
Caricias en la cicatriz.
MORIBUNDIA
Aún no he aprendido a olvidarte
y ya tengo otra vez
que amar tu cuerpo
que siento como extranjero,
como exquisito cadáver
de rosa moribunda.
Déjame, por favor,
que te olvide para siempre,
para volver
a tenerte plena,
para volver a amar
tu cuerpo vivo,
apetecible,
despierto.
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