Nací a la poesía el día que me miraste con
tus ojos de niña. Aprendí a decir te amo cogido de tu mano por esa vereda de la
vida. Eres mi fuente de inspiración y, aunque la mar se rompa mi amor, que por mí
no quede.
Dedicado a ti, que tanto
me enseñaste a amar.
Natural
de Villanueva del Rio y Minas provincia de Sevilla, con tan solo catorce años
recibe el premio Flor de Plata en Cazalla de la Sierra al poeta más joven.
Residente en la actualidad
en Cádiz donde colabora y participa en diferentes tertulias y revistas como:
Puerta Abierta a la Imaginación, Ateneo Gaditano, Grupo Literario El Ventanal,
Asociación Amigos de Fernando Quiñones, Revista Azahar, Gritos de Mujer, Desde
Mi Azotea.
He recibido un premio Antonio
Machado en Álora (Málaga) y el premio Ánfora Poemas para la libertad en Cádiz.
¿COMO SÉ QUE TE AMO?
Sé que te quiero solo con ver esa sonrisa franca
la lluvia mojando tu pelo
y esa mirada de niña que siempre refleja tu cara.
Sé que te quiero porque apareces en todos mis pensamientos
del hoy y del mañana, pues soy consciente de que este amor
alguien lo dejó grabado en nuestras almas.
Sé que te quiero todo el tiempo a todas horas y cuando aparezcan
mis seniles recuerdos que ya cabalgan, estoy seguro
que como un pequeño duende te acercaras a mi almohada
para dejarme ese dulce beso de tus labios granas.
Sé que te quiero mi placentero sueño de madrugada
y en el jardín hermoso donde construimos nuestra cabaña
lo iluminaran luces de luciérnagas acurrucadas
esperando el gozo de aquellas noches no olvidadas.
Sé que te quiero cuando descubro que tu amor sigue inundando
todas mis mañanas, y en esa dulce espera llegarás como un hada
y traerás la primavera cada vez que vuelvas
mi amor a nuestra casa.
DESCUBRIENDO EL AMOR
Se helaron todas mis paredes y no tuve tiempo de calentarlas,
se encendieron todas las hogueras en tu alcoba de ámbar.
Fuiste la dueña de mi corazón en esta extraña y abolenga casa,
descubrí como era el amor en los esbozos de tu cama.
Es más triste el camino cuando no se anda
por eso crucé la senda que me llevó a tus brazos de nácar.
La razón pudo más que la ausencia
con aquella luna plateada
no me resistí y probé tus labios
de pura naturaleza brava.
Sé que ya nunca tendré que volver
a soñar con tenerte mi bella Dama,
pues seré para siempre esclavo
de tus besos con la suave seda que me atas.
Ya no me importa no ver la mar, ni escuchar el rumor de las olas,
sólo seré capaz de amarte, mi
dulce sueño, de tantas madrugadas.
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