sábado, 22 de octubre de 2022

YOLANDA FELICITA RODRÍGUEZ TOLEDO

 



Yolanda Felicita Rodríguez Toledo, (Sancti Spíritus, Cuba, 1972)

Licenciada en Estudios Socioculturales. Escritora y Artista de la Plástica. Su obra aparece en diversas Publicaciones Periódicas y Antológicas de Cuba y el extranjero, así como en Revistas de Literatura y Artes.

     Tiene publicados los poemarios Kilómetro 12, Reina del Mar Editores, Cienfuegos, Cuba, 2008 y Dóminus, Editorial Adarve, España, 2018. Con Wendy no conoce el mar, obtuvo el Premio Nacional Eliseo Diego y fue publicado por Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, Cuba, en el año 2005, y cuenta con una reedición por la Editorial Luminaria de la provincia de Sancti Spíritus, Cuba, 2019. La Editorial Primigenios, de Miami, Estados Unidos,  ha publicado sus libros: Salmos por Denisse (2019), Poesía para adultos;  Cosas que vienen del cielo (2020), Cuentos para adultos,  Luna de Aire (2020; Poesía para niños; y Porque la lluvia no cesa (2020), Décima.

Tragavueltas, libro de poesía para niños, Editorial Quaestio, España y El Canto de los Caballos, Novela para niños y jóvenes, Uniediciones, Sello Editorial, Bogotá, Colombia, son sus publicaciones más recientes.

    Obtuvo Mención en el Premio Nacional de Literatura Para Niños “La Edad de Oro”, La Habana, Cuba, 2022; con el libro de poemas Sopitipón.

 

 

 

 

Del Libro Inédito: Cero-7 (Selección)

 

EMPEDRADO

 

Nada puede devolvernos

lo que al pasar marchó adelante;

y lo observas sin imaginar el ruido

que dejó su vórtice al circundar las palabras.

Sobre el empedrado yacen las hojas dispersas

y el almendro desnudo bajo la llovizna

desliza el torso como una mujer

que se adjudica dolor ajeno.

 

 

TIERRA      

 

Sobre el camino

una mujer plasmaba el rostro,

tan profundo en el lodo hendida;

surcaba las manos entre las raíces.

Y las uñas, las yemas de los dedos

de sangre bordadas;

sumergida en el latido donde la luz germina

las semillas dispersas bajo el pantano.

 

 

URDIMBRE

 

Sobresalto,

al levantarme, un espesor de pantano

o podredumbre llegando

con sus tonos azulados,

tal vez violáceos.

Urdimbre,

el sonido de extraños que hablan

palabras que nunca podrán alcanzarme

porque no irradian,

tan solo persisten.


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