domingo, 29 de octubre de 2023

ANTONIO FLOR ALFARO

 


Nació en Medina Sidonia un 30 de abril de 1940. Terminada la Guerra Civil Española y empezando la Segunda Guerra Mundial, así que su futuro inmediato se le presentaba muy negro, como así fue.


Los diez primeros años de su vida fueron de drama, pero de películas italianas de Vittorio de Sica. De diez a veinte años cambió su vida, en ese tiempo estuvo de aprendiz en varios talleres de Cádiz  y combinando sus estudios en clases nocturnas. A los 15 años consiguió un trabajo fijo en una empresa  municipal, el futuro empezaba a ser esperanzador. En los siguientes veinte años hubo una gran estabilidad en su vida, se casó, tuvo tres hijos los cuales todos han ido a la universidad para satisfacción suya, le han dado tres nietos maravillosos.


Se jubiló a los 65 años en el 2003 con cuarenta y nueve años de antigüedad. Siempre ha tenido inquietud por la lectura pero por su trabajo y sumándoles multitudes de pluriempleo no lo ha podido hacer, por lo que en estos últimos 16 años se ha leído 167 libros, el 90% de temas económicos y le ha dado satisfacción a esa inquietud que siempre ha tenido.




LA MALETA VIAJERA 


Tengo una maleta de cartón 

con sus asa y cerradura niqueladas

las ocho esquinas forradas de latón 

como si estuvieran plateadas. 


No tiene pegatinas adosadas

no hay ninguna de Roma, 

París, Londres o Fuenlabrada

su color es un verde ramas. 


Cuatro soldados la utilizaron 

en distintos destacamentos militar, 

uno viajó a Cerro Muriano

y otro a Ceuta, cerca de Gibraltar. 


El tercero la llevó a Melilla

el cuarto al Castillo de San Sebastián, 

en su interior se encuentran cuatro cartillas, 

y cuatro hojas de servicios ejemplar. 


Cuando la abro y la cierro

parece que me quiere hablar, 

escucho como un susurro

que su recuerdo quisiera contar…


Esta maleta no transporta valores

cómo plata oro o porcelanas

solo camisetas y calzoncillos con olores

porque el agua la racionaban. 





LA REALIDAD 


Santa María del Mar


Mientras paseaba por el 

paseo de Santa María del mar, 

contemplando el horizonte no

me daba cuenta de la realidad. 


Que en mi presencia tenía 

el cuadro más precioso y singular, 

que ningún pintor pudiera pintar

y que nadie podría pasar ninguna

                     tarde sin contemplar. 


El sol bañándose en las olas

hasta la última que muere en la arena, 

la media luna de roca queriéndolo abrazar

y el faro al fondo llorando de pena. 


Esto no es ficción, esto es realidad 

sus colores tan pronunciados

cambiando cada día de tonalidad

que te llena de gozo y alegría al contemplar. 


Esta obra de la naturaleza 

es única en el universo 

mi amor por la belleza

me conmueve este verso. 


Se transforma en magia la realidad 

viendo el crepúsculo en 

Santa María del Mar. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario