viernes, 17 de octubre de 2025

BELÉN PERALTA




Soy Belén Peralta, escritora y correctora de textos nacida en Cádiz (1966). Mi vida gira desde muy joven en torno a la literatura y la cultura, con una profunda pasión por la escritura, sobre todo narrativa, aunque también escribo poesía. Tengo dos preciosos hijos, Javier y Laura.

He publicado seis libros (novela, ensayo y poesía) con editoriales tradicionales y he participado en diversas antologías y revistas digitales y físicas. Cuento con más de 30 años de experiencia en corrección, y me gusta defender la importancia de esta labor frente a la que pueda proporcionar la inteligencia artificial.

Actualmente trabajo en mi tercera novela, mientras imparto talleres de escritura creativa y estudio Historia del Arte (UNED). He escrito textos por encargo, prólogos, participo en eventos culturales y administro grupos de cultura en redes sociales. Me entusiasman las nuevas tecnologías y el cine, sobre todo el clásico.




ESCENA DE PLAYA (UN HOMBRE ENAMORADO)

 

Se ciñe el aire de levante a tu cintura. 

Juega con ella y te hace cosquillas,

imprevisible, pícaro, travieso,

como cuando la espuma del mar

se debate si colarse o no entre tus muslos.

No quiere que su salinidad se mezcle con la tuya.

Y mientras tanto, te observo y sonrío, 

sentado en la orilla se desliza la arena en mi mano, 

y esos dedos, trasuntos por un momento

de coloridos toboganes infantiles,

sueñan con volverse adultos para que, 

imprevisibles, pícaros y traviesos 

como el viento de levante, 

jueguen a ceñirse a tu cintura. 



SABERTE MÍO

El inconfundible y esperado alivio 

de saberte mío por un instante,
aunque solo sea ese tiempo efímero,
lo compararía una y cien veces con
una gota minúscula en el mar de marejada,
el soplo liviano del levante calmo que se alborota,
la cremallera bajada con precipitación,
la vaharada imprevista del horno abierto,
el tacto sedoso del queso en el paladar,
el regusto a viña de un buen rioja en la boca,
el escalofrío gozoso del reencuentro,
el pezón que se eriza con gélidas aguas.
Si no te supiera mío por un instante,
si me invadiera el desencanto
de no poder disfrutarte a mi lado,
sentiría que aquel cálido levante
se volvió sin más un viento helado.


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