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viernes, 10 de octubre de 2025

MAGDA CABELLO

Soy Magda Cabello, cordobesa residente en Gijón. Tengo 36 años y escribo poesía desde hace más de 15 años. Recientemente he publicado mi primer poemario, Escríbeme cuando llegues. El pasado mes de abril recibí el I Premio en el concurso de Videopoemas del POEX (festival de poesía en Asturias) por la obra Tierra del fuego.

Me he desarrollado así mismo en teatro y me gusta mucho el vínculo de la filosofía con la poesía. 


Me dedico también al mundo de la comunicación en una empresa de desarrollo de contenido científico. 



 Finisterre 


Posa mi alma suave 

sus entrañas en tu pecho. 

Delicada, baila con cuidado 

un vals en tus pupilas 

que pululan tiernas en mis párpados. 


Derrapo en tus comisuras y aguardo tu aliento 

para lanzarme a todas tus tierras. 

Flores bañadas en sol son los poros de tu piel 

que conquistan las hogueras y todas sus cenizas. 


Majestuosas tus articulaciones determinan mi verbo 

y conjugo mi tiempo en el espacio entre tus dedos. 

Te susurran estos versos un presente al oído 

que acaba en tus cincos sentidos 

y me balanceo directa a tus hoyuelos, 

capital del norte y del sur. 


Posa mi alma suave 

sus entrañas en tu pecho 

y latiendo cada célula 

vuelan aquellas caricias 

sobre el cielo frágil hasta amanecerte. 


Al horizonte, un rayo vertical 

atraviesa la vía láctea y el mar en su regazo. 

Una sonrisa, arqueada de niño, 

en primer plano, abrasa el principio y el fin. 

He llegado a Finisterre.


Yo no suelo


Yo no suelo, yo cielo.

Obvié un sinfín de preguntas retóricas,

no sabría decirte en qué consisten mis veranos.


Yo no suelo, yo cielo.

Solo suelo escribir. El resto es el cielo.


Pero hubo un tiempo en que

sobrevolaba mi cielo y la pista de aterrizaje

tenía adoquines, fuentes y naranjos.

Balcones sellando las paredes de cal, 

párpados de la ciudad que, al abrirse, 

hacían nacer solas a las flores.


Querría decir mucho más, 

pero cada vez sé menos y, sin embargo,

me desnudo más. 

Me desnudo y desanudo, sobre la marcha, 

las mismas arterias que llegan, esperemos, hasta ti.

Destello impulsivo de palabras que se enamoran entre sí,

que cantan, bailan y se mueven juntas.

Un silencio más que apalabrado.


Ahora busco un suelo, ahora que es siempre todavía

aunque solo suelo encontrar, de nuevo, el cielo.

Quizás ahí, más arriba, encuentro el soporte

donde mil risas se perdieron

y cada día llegan a mí para recordar

                                                                               que yo no suelo, yo cielo.


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