DEFENSORA DE LA VOZ Y LA PALABRA
Soy Encarna Gómez, una mujer
amante de la vida, de la cultura, del saber y del arte. Vivo y bebo la palabra
en forma de verso o de narrativa. Me gusta explicar con grafos mis impresiones
sobre los seres vivos, las cosas y todo lo que nos rodea. Escribir es ser
y estar, vivir y experimentar, latir corazones y sentir la proximidad de los
otros, ver con tus propios ojos y con los de los demás. La literatura es una
emoción que late en tu pecho y te impulsa a expresar con signos tus
propias experiencias y lo que observas a tu alrededor, plasmar con letras y grafemas
eso que bulle en nuestro interior. Soy y quiero ser escritora, desentrañar el
verbo, el adjetivo y el nombre y sus acólitos y dibujarlo todo en la nívea
superficie de un papel. Soy defensora de la voz y la palabra.
MEDITERRÁNEO
Este
mar azulado y silencioso
que,
soberbio, extiende su manto de placidez,
es
el Mediterráneo, el mar de todos mis sueños.
Sutiles
mareas plateadas como lunas en sus ojos
cuyos
hilos de luz en sus bahías de ensueño
dibujan playas de benevolencia.
Gozosa
y virginal marea de almendros en flor
y
de salobres caracolas sedientas de besos.
Liviana
y grácil espuma, guipur de los espejismos
que
se detiene en las arenas del verso,
en el encaje pétreo de la poesía.
Cítaras
que el viento mece alumbrando
la
primigenia luz que destella este poema.
Versátil
su flor, su espejo, sus olas de melancolía,
en el sutil engranaje de su aureola.
Extraño
puerto de mar, ámbito de despedidas,
hundido
en el azul cobalto del agua.
Eres
una golondrina viajera que alumbra el alba y
que
sobrevuela los mansos cauces de su destino.
En
la presencia obsesiva de tus ardientes deseos
la
frigidez de tu playa yace como obsoleto navío
y
en el velo de tu apacible delirio gime
el
vacío de las cosas secuestrado hacia la arena.
Con
un pincel de rubíes quisiera dibujarte en mi pecho,
en
la lívida piel de mi costado, en la carne rosa de mis entrañas
donde
la sangre es arista y desatino ciego
de los
guijarros que alisan las olas.
Rojo
amapola, mar incesante
en
las alas vespertinas del poniente.
Las
aguas mansas del mar soñado me sobreviven
y
se curvan, cautelosas ,alrededor de la esfera
de mi
vientre.
DILUVIO DE LUCIÉRNAGAS
Los
pétalos de la deslumbrante orquídea de este mar
donde
los barcos abanican su creciente balanceo de sueños
me
cautiva en sus arenosas playas.
Mar,
siempre mar, presuroso y sutil, fosforescente.
Lívido
acordeón de olas matutinas, trébol de los deseos.
Te
retengo entre mis manos, te deslío entre mis dedos
de
patas de gorrión cuando cantan las sirenas en el piélago
para
apaciguar tu llanto.
Te
viertes en el hoyo de mi pecho y, ebrio de mansedumbre,
clamas
al cielo por tanto naufragio inútil. Bañas la fría desnudez
de
los osarios y acallas el susurro de las gaviotas
mientras
atrapas este corazón herido
en el
latido del agua.
En
algún lugar de tu orilla, las aguas besan
los
labios rojos del día y abren una ventana
al
tiempo cerril de los espejismos.
Puñales
de blanca sal hundidos sobre mi vientre,
son
las olas que se agitan furibundas
en
la ingrávida soledad de las playas
de mi
cuerpo.
El
talismán impávido de tu piel se torna
hoguera
incandescente en los valles de mi cintura.
La
sosegada caricia de las olas refresca mis mejillas
con
delicados soplos de ternura.
Jamás
conseguí esquivar la plácida espiral de tus delicias.
Sucumbí
sin remisión al perfume embriagador de tu frescura.
Nada
puede soslayarte, nadie desdeñarte puede.
Al
final siempre vence la ingente prepotencia
de tus
oleajes.
Un
diluvio de luciérnagas
es
el roce de la luz sobre tus aguas.
Maravilloso, queridos Lola Y Paco. Sois fantásticos. Un abrazo muy fuerte de Encarna.
ResponderEliminarGracias siempre a ti, querida amiga en la poesía.
EliminarPaco y Lola
Gracias siempre a ti, querida amiga en la poesía.
EliminarPaco y Lola