Nací en Tarifa hace sesenta años y me fui a vivir a San Fernando en el 65. Acabé diplomándome en magisterio, por la especialidad de Ciencias, pero me dediqué por entero a la Educación especial después de titularme en Pedagogía Terapéutica.
Aunque me considero autodidacta en estas lides escritoras, quise “arrimarme” a gente amante de las letras y del escribir, por lo que “llamé a una humilde puerta” y me aceptaron en la Tertulia Río Arillo de San Fernando hace más de cinco años y en la que me sigo sintiendo a gusto.
Participo en los eventos y actividades relacionadas con el mundo de la literatura siempre que puedo, y cuando no puedo, respiro hondo, descanso y espero. Después, sigo pudiendo porque en la vida solo hay una sola dirección, y esa es la de la Estrella Polar, la que señala al norte; es decir, hacia adelante.
Sigo considerando el valor terapéutico de la escritura, por lo que continúo escribiendo y de tanto escribir, acabé publicando tres libros hasta la fecha: “La jubilación del delantal”, “Hoy es todo lo que tengo” y “Poemas de andar por casa” … Lo demás: “entremeses literarios” para no perder el hábito de “lectoescrbir” o para soltar lastres emocionales.
**********
Vuelve el otoño a la escuela
La última tarde del verano,
se apagó en el otoño.
Al amparo de una luz de pasillo
cierran los ojos los niños
en desigual despedida
de los cubos y de la arena,
de las palas y los castillos.
Pronto se recogerá la noche,
cubierta de nervios y de sábanas,
mientras los silencios de rocío,
bañan de escalofríos las mañanas.
Piedra tras piedra
va cimentando las aulas
tiernos cúmulos de inocencia.
Y se irá olvidando la pena
de los niños que construyen
sus pilares en la escuela.
**********
El veranillo del membrillo
Por el veranillo de San Miguel
están los frutos como la miel
El veranito de los membrillos
era la ilusión de los chiquillos.
Soplaban y resoplaban
al calor del mediodía
redimido desde la alborada
y sostenido por el día.
El sudor enjugaba las camisetas.
La sed era enterrada por el agua.
Las noches se hacían de caldo,
y en los sueños vespertinos,
la fina arena y las olas
eran sus recuerdos encantados.
El veranillo del membrillo
vuelve locos a niñas y a niños,
pues fantaseaban que renacía
el verano de la playa y los ríos.
¡Los membrillos solo saben
que de carne, agua y azúcar,
No hay comentarios:
Publicar un comentario