La biografía siempre me es complicada, no por tener que explicar lo que hago o a lo que me dedico sino porque explicar el “ser poético” siempre es complicado. No sé ser “Yo poeta” aunque hace ya bastante tiempo un amigo me dijo “Grábatelo en el pecho, tú eres poeta”
Yo parto de un mundo apócrifo, sin pasado literario o artístico. A veces me siento como la “sintecho” de este mundo repleto de lírica y de lirismos en los que yo a duras penas encajo. Me siento algo así como la pieza de puzle defectuosa o casi mejor, la pieza inexistente que una vez recortada de la tapadera de la caja encaja a duras penas en su lugar, pero oculta la falta de forma digna.
En estos años buscando mi “Yo poético” he descubierto que no vale enrolarse a nivel social en los versos, que no vale enfundarse el abrigo de la teórica y técnica del verso en vena, no vale sorber de las fuentes aledañas del éxito en la poesía. Lo que he descubierto que sí vale es el “sentir poético”. He podido percibir como los premios, a contra más grandes y más importantes, te inhiben del Ser y una vez quitado esa capa ya no hay “Yo poético” Muere entre las ramas de los laureles, se apaga como la vida efímera de una luciérnaga, de la mariposa que tiembla sobre la mesa.
Rebusco en el “yo” haciéndome arañazos de hastío. Rebusco dentro del baúl, tan importante en mi poesía, los recuerdos, los sentires y padeceres, la amistad, la fiesta, el deseo … Lo dejo desordenado y entreabierto para que perezcan fuera del encierro, libres como siempre quisieron y debieron ser.
Este tiempo en barbecho poético, casi sin pluma ni verso, a ratos alguna tecla impertinente, me descubren otro “yo” que por fin encuentra su lugar entre las tramas y los desengaños.
Me siento entonces en la mecedora de la vida, me toca un poema en el hombro y me habla del azul, de las conchas, del ruido, de la gente…Y yo a veces se cogerle la mano y traspasarlo al papel, entonces me siento “Yo poeta” y entonces como en este instante amo, amo tu “yo poético”
Biografía “Yo poeta”
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Me ofende…cuando tu necesidad de tomarte un café conmigo es más importante que tu necesidad de tomar-té mis versos mientras respiro.
Me ofende…Cuando viertes halagos fáciles para jovencitas en mis oídos y ante mi absoluta ignorancia, obvias mi deleite literario, y en vez de mis versos, me pides la dirección y el teléfono a lo que yo me niego. Impones tu capricho como un guardia civil violento y te opones a aceptar que me niego.
Me ofende…Que te hagas con mi agenda, con mis amigos y haces, distraído, como que no fue mío el regalo para tus versos y de camino ¿Por qué no? Para tus oídos.
Me ofende el que…Una hembra poética finja una relación inexistente, pise con sus besos de fantasía mis versos pegados a la tierra o al cielo, pero los pisa…
Me ofende tu padrinazgo que no he pedido, tu nombre sobre mi nombre que no he permitido, tu verso en mi verso que no he cedido.
Me ofende, sí, un enamoramiento impertinente sujeto a las agujas de una muñeca de cera y aunque yo me niegue tú te llevas mi inocencia y tejes en tu tela como araña usurera versos sorbidas de mi sangre lírica y a dentelladas frías y secas.
Sé que te ofenden mis ofensas que relato como virutas de madera cepillada al viento, porque la herida queda, aunque el perdón se esgrima en mi pensamiento; queda la cicatriz que tira y afloja con el tiempo y no dejan de ningún modo que yo me olvide de esta ofensa.
En el baúl de las ofensas
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Hoy no es la noche que subraya los sentidos
No es la luna creciente que cose el borde de los vestidos a la cama,
Al sueño de la desesperanza.
No es el canto del grillo,
Febril kri-kri de las oscuras tragedias amorosas
Hoy es el sol de mediodía,
La vida que estalla por los rincones del miedo,
La luz insistente del marco de un retrato de vida.
El amor da saltos de alegría,
Estalla en burbujas por el firmamento.
No hay bruma gris para este día de luna a medias.
Sólo un silencio de ruidos me acuna
en esta noche que revienta de vida.
Kri-kri de vida
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