Antes del año
dos mil tres solo recuerdo haberme encontrado con “YO” cuando ambas
contábamos once años. Fue el día en que mi vecino Manolito, algo mayor
que yo, tras verme subir las escaleras me vociferó a modo de piropo:
¡ojú! qué piernas tiene la niña del primero. Indignada subí a mi casa a todo
correr y me tumbé boca abajo sobre la cama; entonces apareció ella, o sea, “YO”
con mi mismo uniforme del cole y las mismas trenzas.
-¡Eres una
mojigata! me increpó. A mí lo que ha dicho Manolito me ha encantado. Me voy.
Tengo mejores cosas que hacer que atender a una boba como tú.
Pasaron muchos
años y no volví a encontrarme con “YO” hasta que viví un momento muy duro en mi
vida. Tenía que reaccionar, reiniciarme, caminar…pero no tenía fuerzas. “YO”
apareció llena de vida.
Esta vez no me
riñó. Se acercó a mí, me abrazo dulcemente y tras decirme que me comprendía y
que no me dejaría sola, me entregó el mucho amor que había en su corazón. Luego
me susurró: -Oye, qué tal si con lo que nos gusta leer historias y
poesías de los demás, nos ponemos a ello y escribimos las nuestras. Ya verás,
al principio te servirá de catarsis para rebajar esta tristeza que te devora,
pero con el tiempo, que todo lo cura, libres ya de duras cargas escribiremos a
los jirones de las nubes, a la lluvia y a las azoteas; a los amores que
fueron y a los que no pudieron ser…
Con nuestros
cuentos y poesías conoceremos a decenas de almas gemelas a las nuestras y seremos,
inmensamente felices. Créeme.
PD Todo
parecido con la realidad no es mera coincidencia .jejeje
Matemáticas
Te entregué
mis ingles, paréntesis,
entre su
sonrisa: acotado, agotado,
dormido,
desatendido...quedó
el más, menos,
infinito de mi sexo.
Te entregué la
solución doble
de la gráfica
de mis ojos.
La
trigonometría de mis senos,
la derivada de
mi boca,
los límites de
mis brazos,
y hasta te
quise convencer,
de que
hallarías en mi ombligo
la imposible
cuadratura del círculo
Qué ilusa fui.
Resultamos ser
un sistema
incompatible.
A ti lo que te
iba era la historia
de una sola
noche de verano.
Dejar el sur
Hoy crucé sin
volver la mirada la linde de mi pueblo.
Atrás quedaba
la tierra amada: el cortijo, el puente romano
el viejo
campanario de cigüeñas y golondrinas
los dorados
pezones de las parras
el tallo largo
de la verbena, el mimético camaleón y el petirrojo.
Un soro de
arcilla asolapando casitas blancas
que albergan
geranios y limoneros, era ya tan solo,
una intuición
sobre mi espalda ciega.
La sombra de
la sombra corta del sur, no alivió mis pasos.
Atrás quedaba
la tierra amada y las manos de mi madre.
¡Ay! las manos
de mi madre, aventando al aire
las lágrimas
desbordadas de su pañuelo.
Nunca antes
fue más doloroso no desandar lo caminado.
Qué bonito, qué bien escribes Charo!!!! ;)
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