Cuando llegué a la vida, el invierno de un Madrid ya antiguo fue quien me recibió con la suavidad de una madre. Mi infancia fue feliz, y mis sueños de niña se fueron mezclando con las letras, con los libros, con el amor incondicional de una familia maravillosa, que siempre me permitió volar y jamás me cerró una ventana, una puerta, una salida...
Tuve la suerte de sentir la belleza de una forma mágica. Después, en la juventud, la literatura, la poesía, me llenaron el alma de luz para siempre.
En los ochenta llegué, por azares del destino, al sur...Y tuve el privilegio de conocer una tierra que ahora amo como propia, que es la de mis hijos, y ya, irremediablemente, mi hogar. Ejerzo como psicóloga de la Fiscalía de Menores de Jaén desde hace más de treinta años.
Pertenezco al Grupo Literario “Oliversando”, de Jaén.
Sin haber publicado aún nada en solitario, sí he participado con mis poemas y escritos en diversas Antologías: “IV Encuentro de Poetas Andaluces de Ahora”, IV y V “Encuentro de Poesía de Sierra Morena”(2016, 2017), V Encuentro Internacional de Poesía “Ciudad de Úbeda” (2018), XX Encuentro de Poetas en Red (Bailén, 2019), XXI Encuentro de Poetas en Red (Castro Urdiales, 2019). Primera finalista del II Certamen de Relato Corto “Llauna y Terrao” (Granada, 2015), así como microrrelatos publicados en diversas antologías de la Abogacía Española.
POEMAS
De morbo tacet
Saltaron las alarmas;
se perdieron tus pasos
en medio de la tarde más larga de tu vida.
Te habías acostumbrado al error
de la caracola adormecida,
a la sombra fetal de los susurros.
Pensabas, sin decir nada,
que era libertad,
aun cuando la historia no mentía
en su eco repetido de muerte adulterada.
Saltaron las alarmas
y ya era cierto que el tiempo se agotaba
y se hacía más estrecha la enredadera,
y más asfixiante la calle tan vacía.
Se desbordó toda la lluvia
de aquel cielo impensado,
que sonreía luminoso en su respiro
demorándose en el olvido de tu espalda.
Saltaron las alarmas
y marchaste con saltos de gacela perdida,
atropellada por todo aquel océano
de imaginada dicha.
Fueron al fin las olas de aquel mar
llenándote los ojos y la boca,
inundando tu vida, tu vida lacerada.
Saltaron las alarmas
y viste mariposas posadas
en la triste avalancha de tu pelo,
en la huidiza largura de tus dedos,
en la sombra de aquellos que marchaban
sin remedio, sin paz, sin compañía.
Saltaron las alarmas.
Amazonas
Allí donde tus brazos
fueron nido de abejas, y miel viva.
Allí donde tu aliento
detuvo al Orinoco enloquecido,
disfrazado de mar,
preñado de cachamas y de aves.
Allí estuvo la historia
acompasando tu dolor y tu sangre,
entre delfines rosas
como un amanecida.
Allí donde tus manos,
otrora poderosas,
sólo son olvidado crepúsculo,
angustia de silenciao
ennegrecido por el viento
y el fuego hostil,
avivados por la ambición sin tregua,
por el alma sin alma.
Es imposible no enmudecer al contemplarte,
cementerio de pájaros y flores,
lacerado suburbio de hojas muertas.
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