lunes, 23 de septiembre de 2013

Inmaculada García Haro



Es Licenciada en Filosofía y Letras -especialidad Historia del Arte- por la UMA y ha colaborado como Técnica en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. Desde 1999 es miembro de la Asociación de Mujeres por la Literatura y las Artes “A.L.A.S.”, donde muestra su compromiso con la igualdad de género.

Ha obtenido diferentes premios de poesía y  entre sus publicaciones podemos destacar los poemarios “Verbo Ungido”, “Guardián de riquezas” “Mástil de araucaria” y “Pago mi fianza” y la publicación en narrativa de “Historias de Babilú” (A.L.A.S. 2005 /Edit. Rubeo 2010).

Es gestora cultural, comisariando diferentes exposiciones de artes plásticas. Cuenta con numerosas publicaciones digitales  y ha publicado artículos de opinión y ensayos en diferentes revistas. Forma parte del  Grupo Capitel y de la Asociación Cultural Isla de Arriarán.

Su  poemario infantil "La bruja Pitirufa y las estaciones del año"  (A.L.A.S 2011 –Edit. Vértice) ha sido representado por el grupo  Muncho Teatro.
Enrique Baena Peña, catedrático de la UMA, ha publicado un estudio sobre su obra titulado "Alma de exilio" (Edit. Anthopos 2010).

Actualmente presta servicio como Titulado Superior en la Administración Pública en Málaga desde 1989.


DE LA PIEL Y OTRAS MUDANZAS

En mi entraña
donde la miel huele a sal
contengo el río de la vida.

Cual ondina
cabalgo mi caballo azul
que inunda mis canales
de riego en sementera.

Un universo de agua me contiene
y sus olas en mi vientre significan
el ir y venir de tus manos
por mis pliegues
sin salvoconductos necesarios.

Te cabalgo y me rompo
deshaciendo la piel que no me sirve
con tus manos que modulan lo que asoma
por los resquicios de mis bordes.

Perdido el miedo quedan escombreras
donde tiras los restos
invisibles del ocaso.



LA HIJA DE YEMAYÁ

A Carlos
07.02.2011

Enredo de cabellos azules
lenguas y labios.
Dedos que se aferran,
manos ondulantes
tiernas como plumas
que hacen sonar cada pliegue
de mi caja de música.
El amor en un bar despide
el ocaso sexofóbico
con olas de terciopelo
que limpian con azúcar y caña
la memoria táctil
de la hija de Yemayá.

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