Nací en un
pueblo de colonos, sin historia relevante ni ascendentes de alta cuna. Le
quitamos piedras a las sierras y arena al río, así levantamos casas blancas y
anchas calles por donde corre la risa ancha del aire, y mis recuerdos, y alguna
de mis nostalgias. Le han puesto mi nombre a un certamen literario de poesía y
relatos cortos para que los versos se paseen por su plaza de ochenta varas, y
la palabra se aprenda el camino de Santa Amalia.
Ahora, en
Badajoz, donde vieron la luz mis mejores poemas, Beatriz y Carolina, hay una
avenida inmensa por donde la vida me sale al paso, y un nuevo árbol en el Paseo
de San Francisco, el que anuncia la poesía de una mujer, Antonia Cerrato
Martín-Romo.
(Porque no
quiero recordarte como el poeta del dolor. Para José Miguel Santiago Castelo)
ALEGRÍA
Llamadme
alegría
porque la vida
sin más,
es la vida.
Llamadme
alegría
si has oído el
canto
sin llanto,
sin espinas
y si una
estrella
se prendió en
tu pecho
que sea por
derecho
tu guía y luz
más bella.
Alegría,
fuerte como
una roca,
que rebose tu
boca
de amor y
poesía.
Y si hay un
otoño que mata
muda a perfil
caribeño
baila un
fandango extremeño
en esa tierra
mulata.
Porque
nefelibatas
volamos
nuestros sueños
sin otro fin
ni dueño
que vivir sin
erratas.
EPIGRAMAS
I
Las muelas de
Carolina
son bastante
caprichosas
se empeñan,
fuertes y briosas,
en crecer cual
tremolina
por su boca
marmolina.
Unas miran
para Cuenca
cabras blancas
ibicencas;
las otras,
para Braganza,
parecen una
venganza
altaneras y
flamencas.
---oOo---
Para subir al
doblado
se
antojan cien escalones
cuando es el
postre melones
y a oscuras
hay que buscarlos.
No cojas el
que asustado,
sobresaliendo
entre el trigo,
te dice que
coman higos;
busca aquel
que con su olor
replica que es
el mejor
y tú
harás bien el recado.
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