Soy, según me
fue anunciado por una poetisa que vino de allende los mares, el chamán Yaraví
que sirve de faro a los que andan penando en las sombras de la ignorancia y en
la penumbra de la incultura.
He sido y seré
pastor de poetas porque hay tanta gente descarriada que no sabe do camina.
Para otros soy
el poeta de guardia que siempre está alerta de lo que pasa para poner el dedo
en la llaga o la sal en la herida.
En definitiva
soy el eterno buscador de maravillas que siempre está ojo avizor a todo tesoro
oculto entre la basura, el abandono o el olvido, para restaurarlo al lugar que
le corresponde.
Soy un poeta
nada menos.
LA TRISTEZA DE LOS POETAS
Me envuelve, como ayer,
como siempre, con sus dedos invisibles
la inefable tristeza de los poetas,
esa atmósfera densa y caliente
que participa ya de mi cuerpo
y que hace de mi carne
sus vaporosos muslos amarillos,
sus descarnadas espaldas
sin un sólo habitante,
sólo yo con mi perenne melancolía
a cuestas.
Los poetas suelen estar tristes
porque no encuentran la belleza
con sus ojos físicos
y se fabrican universos paralelos
donde reinan la magia y la poesía.
Los poetas somos espíritus
desterrados del mundo platónico
de las ideas, que no soportaron
la fealdad de lo efímero,
la burda copia de lo perfecto,
el sucedáneo de lo intangible
y anhelaron con nerviosas maletas
sin sosiego el viaje de vuelta,
definitivo.
LIMITO CON LA ZAFIEDAD
a José Luis Sampedro
La capital de mi país
se llama Cultura
y todo el mapa político
de mis entrañas
está aún teñido de rojo
con la sangre de Lorca
tan eterna.
Las carreteras de mi carne
van siempre hacia el sur,
hacia un florido carmen
y no hay iglesias
en los pueblos de mi fe
sino bibliotecas abiertas.
La frontera de mi cuerpo
será la muerte,
pero no desembocan en el mar
los ríos de mi memoria
que nunca bajan vacíos,
sino preñados de poetas muertos
y versos arrojados a la hoguera
de la estulticia que siempre
parece quedarse con hambre.
NOS QUITAN LA NADA
ResponderEliminarHubo un tiempo que el hambre aporreaba nuestras puertas,
las que no tenían la señal blanca de la opulencia. El aire
de la miseria se filtraba hasta por los tejados de cañas, helechos
y palmas para soportar la lluvia y el frio del invierno....
Pero los nuestros lucharon contra ella; algunos la vencieron,
otros dejaron su vida por ella, pero nos legaron su aroma.
¡Y sus ideas!....
Pasaron muchas Lunas. Los puentes se plagaron de nostalgia
y la vida nos devuelve hoy la misma cara; los mismos que
enturbiaron nuestras mentes, nos mandan otra vez la pobreza.
el hambre, la incultura… ¡otra vez la nada! Ya, ni la mente
se acomoda, ni se ajusta. La luz, que nunca se apartó de
nuestras sombras; la que nos alumbró y alumbra por las veredas y
caminos donde dejaban sus huellas las ruedas de carros, pezuñas
de bueyes, y cascos de caballos junto a pisadas de abarcas y
botas agrestes.
Hoy, por esas veredas de asfalto y ruido, contaminación y
Putrefacción enfilan nuevos seres, cuya fuerza los mueve,
que el corazón no entiende de fronteras ni nadie es capaz
de dominar sus mentes si ellos están presentes.
Y, ante la nada, sonríen con los dientes apretados mientras
el corazón mueve sus brazos y deja fluir sus mentes
envueltas en la esperanza, la que nunca se pierde,
ya que es una flor insaciable tierna y floreciente.
16/10/16
Antonio Molina
Un saludo