martes, 6 de septiembre de 2016

JOSÉ MANUEL ALFARO BASILIO


Nací en Tarifa hace cincuenta y nueve años en la humilde casa de una estrechísima calle a la que llamaban popularmente “la calle del lorito” por un loro parlanchín que allí residía para recreo de vecinos y paseantes de estrecheces propias de la época. Por cierto, yo de niño hablaba por los codos ¿?, y además era el primogénito de seis hermanos.

Estudié magisterio por exigencias de la economía familiar, ¡más estrecheces!, o porque llevaba la tendencia en la sangre (por mis abuelos maestros en Huelva), o ambas…

Al terminar me especialicé en la “Discapacidad humana” y acabé jubilándome antes de tiempo de la enseñanza por “estrecheces” de la salud, una vez más.

En mi afán por aprovechar mis “residuos” intelectuales y dado mi carácter reservado, me dediqué a escribir sobre lo que me acontecía. Después de varios años publicando en “Cartas al director” y harto de las estrecheces de las veinte líneas, me puse serio y acabé en la Tertulia literaria Río Arillo. Fue entonces, allá por el 2012, que publiqué mi primer libro sobre la mujer en su rol de ama de casa y crítica del “homo domesticus”.

En febrero del 2015 publiqué mi segundo libro sobre como aprender a vivir en el aquí y ahora, y producto de esta disquisición, seguí escribiendo hasta ultimar el “Poemario de andar por casa” en el que hago un sencillo estudio comparativo con “las peores poesías de los mejores poetas” a partir de un trabajo de Gerardo Diego titulado “Tontología”.

Nube tras nube ha ido pasando el tiempo, y yo: “¡…solo vivo en los momentos,…solo siento en lo que vivo,…solo escribo de lo que siento! El loro murió hace décadas. Yo dejé de hablar tanto, y… estrecheces: las que le permitas a la mente.




Ser vivo homosexual


A los injustamente ajusticiados.
A aquellos que siendo lo que son,
no pueden morir sin lo que sienten.


Sé que nacen,
sé que se hacen.

Más no conozco ningún ejemplar
que, siendo feliz en su estado
quisiera pasar a converso
por querer dejar de serlo,
por querer cambiar de lado.

¿Más quién dijo
que nacemos para engendrar,
cuando de todos sabemos
que no hay felicidad que se precie
que ignore el deseo de amar?

¿Más quien creyó
que la naturaleza es rígida cual río congelado
siendo realmente plástica en su manifestación
como elástica es la pasión de lo humano
y humana es la inclinación a la pasión?

¿Más quien arguyó
que lo normal es unirse para fecundar
cuando siempre que el juego se preste
se evita lo “consagrado” como normal?

El orgullo no está en la irreverencia,
únicamente en el cantar
pregonando ser seres humanos
de almas nacidas sin permiso
para perpetuar el amor sin procrear.

Sé que nacen
sé que se hacen…
sé que así mueren
sin hacer daño a nadie.
Sé que así viven
en el corazón de sus madres.

En alusión a los humanos que se ven obligados por imperativo biológico o social a cambiar de condición sexual o aceptar la que le viene impuesta de nacimiento.





Stella maris


A los marineros

Virgen santa,
hoy te pido que abras un paréntesis,
un inciso para detener mi tiempo
una pausa para enclavar en él
una colmena de pensamientos.

Carmencita,
hoy te digo que suspiré por Cádiz,
un azul apartado del cielo,
un rincón de alegría rodeado de mar;
un mar de luz y de agua al viento.

Virgencita,
hoy te clamo que abras el inciso,
un insuflar de tus pulmones al pueblo,
un impulso para guardar en él
una marejada de sentimientos.

Virgen mía,
hoy te ruego veles a los míos
mientras la nave sea dueña de mi cuerpo,
mientras el sol y la luna sean hermanos
por este navegar de mar adentro.

Virgen del Carmen,
hoy mismo te prenderé una vela
que ilumine la eternidad del tiempo
para que cuando mi alma regrese
pueda presumir de marinero.


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