sábado, 22 de octubre de 2022

CARMEN SÁNCHEZ MELGAR

 



Soy Carmen Sánchez Melgar. Nací en Benarrabá hace tantos años que ya he comprendido que esto de la poesía es un vicio como otro cualquiera y como sabemos todos, los vicios alimentan el ego, pero vacían los bolsillos.

Aún sabiendo eso, he publicado seis poemarios y otros tantos relatos en antologías de prestigio, y revistas literarias con la ilusión de ver mis pensamientos escritos. Menos mal que para ganarme la vida trabajo en la oficina de Correos de Sabinillas, porque si tuviera que comer de lo que escribo pasaría más hambre que un caracol en una pita, como me decía mi difunto padre, que casi siempre tenía razón. Lo cierto es que seguir escribiendo es el modo que tengo de relajarme y pensar en los pequeños detalles que cada día pasan desapercibidos y que son, precisamente, esos instantes los que van sumando los minutos de mi vida mientras yo me empeño en hacer otros planes.    

 

 

 LA MAGIA DE LA VOZ

 

Hay voces de agua que se ahogan en el intento

de comunicar. En ellas chapotean las palabras.

Necesitan la llama de un candil invisible

que seque la humedad de la boca e ilumine

lo que dicen los labios.

Hay voces de tierra, de arena, de viento, de metal,

las hay cantarinas como arroyuelos.

Hay voces mullidas, suaves como plumas,

acompasadas que mecen las palabras

y tranquilizan el alma.

Hay voces enérgicas, potentes

que dan fuerza e invitan a seguir adelante.

Hay voces atronadoras que asustan y empequeñecen.

Tu voz es de madera: sensual, noble, perfumada

con la esencia de los árboles con el equilibrio

de la naturaleza. Tiene el sonido necesario

y la claridad rotunda para que ejerza en el oyente

el efecto embriagador de enamorarse de ella.

 


TALLER DE COSTURA

 

Cuantas tardes de patrones ,

circundando solapas y costadillos.

Me enseñaron que tuviera bien cosidas

las costuras para que no se escapara

ni un suspiro por ellas.

Que me hiciera grandes los bolsillos

para meter los desengaños dentro.

El talle bien ajustado

para que no se escape el corazón.

La falda ancha con pliegues

para disimular las angustias.

Pero hoy en mi taller de costura

he abierto la ventana y ha entrado

un rayo de esperanza.

Con él he cosido un vestido de licra

Para adherirlo a mi cuerpo como una piel nueva

y poder mostrar al mundo

lo que soy sin dobleces ni postizos.

 


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