martes, 11 de octubre de 2022

JOSÉ MANUEL ALFARO BASILIO



 Nací en Tarifa hace cincuenta y nueve años en la humilde casa de una estrechísima calle a la que llamaban popularmente “la calle del lorito” por un loro parlanchín que allí residía para recreo de vecinos y paseantes de estrecheces propias de la época. Por cierto, yo de niño hablaba por los codos ¿?, y además era el primogénito de seis hermanos.

Estudié magisterio por exigencias de la economía familiar, ¡más estrecheces!, o porque llevaba la tendencia en la sangre (por mis abuelos maestros en Huelva), o ambas…

Al terminar me especialicé en la “Discapacidad humana” y acabé jubilándome de la enseñanza por “estrecheces” de la salud, una vez más.

En mi afán por aprovechar mis “residuos” intelectuales y dado mi carácter reservado, me dediqué a escribir sobre lo que me acontecía. Después de varios años publicando en “Cartas al director” y harto de las estrecheces de las veinte líneas, me puse serio y acabé en la Tertulia literaria Río Arillo de San Fernando, mi ciudad residencial. Fue entonces, allá por el 2012, que publiqué mi primer libro sobre la mujer en su rol de ama de casa y crítica del “homo domesticus” titulado La jubilación del delantal.

En febrero del 2015 publiqué mi segundo libro bajo el título de Hoy es todo lo que tengo sobre la conexión entre el vivir en el presente y la poesía japonesa. El “Poemario de andar por casa” en el que hago un sencillo estudio comparativo con “las peores poesías de los mejores poetas” a partir de un trabajo de Gerardo Diego titulado “Tontología”, fue el siguiente libro que, junto a Aries Prosopoético (2021) constituyeron ambas ediciones no venales. En el 2019 publiqué Poemas entre ventanas y una carta inesperada. Hoy por hoy mantengo mis esfuerzos en mi primer libro de literatura infantil y juvenil

Nube tras nube ha ido pasando el tiempo, y yo: “¡ …solo vivo en los momentos… solo siento en lo que vivo… solo escribo de lo que siento! El loro murió hace décadas. Yo dejé de hablar tanto, y… estrecheces: las que le permitas a la mente.




LA SOMBRA DEL CIPRÉS

 

Cuando la vida me sonría

no daré crédito a mis ojos.

Cuando la vida me sea divina,

será porque dios entendió mi enojo.

 

Cuando la realidad sea mi verdad

y mi verdad la realidad que recojo,

daré crédito a los que dijeron

si te caes siete veces, levántate ocho.

 

Cuando la vida me sonría

diré que fui yo el afortunado.

Cuando la vida me sea propicia

será mi verdad, mi sitio y mi hado.

 

Cuando la vida me sonría,

será que la muerte no habrá empezado.

Diré que la vida es lo único que tengo

para donarla, prestarla o vivirla con cuidado.

 

… … … …

 

¡La vida ya me sonríe,

soy más que la sombra de un ciprés!

 

¡Eso perciben mis hijos,

que de mi vida ellos solo atisban

un hombre buscando un camino

tras la hojarasca que cubre un para qué!




SOLO MANUELA

 

Se dice de Manuela

que es un nombre que vive entre nosotros

como el dios que pulula por el éter

ya que franca es la voz que nos enternece

de una joven que atenta con sus ojos.

Se dice de Manuela que

clásico es su nombrar;

¡antiguos son como la vida misma

los aspavientos del amor y del amar!

 

Porque el primer valor de lo clásico

es la belleza que no muere

como clásica son Las cuatro estaciones

del músico infinito que nos precede.

Clásicas, las mejores pinturas y esculturas,

los mejores edificios y obras de literatura.

Clásicos son los nombres de los antiguos

a quien nuestra vida les pertenece.

Clásico es el primer lenguaje

que distinguió a hombres de animales

y en la vida se defiende.

 

No digas de tu nombre que no te place

aún sonando femenino en el presente.

Igual que la estrella brilla en la noche

así tu gracia brilla en tu nombre

pues esencia de Manuela solo hay una,

y ese TÚ es la flor de Oven:

Flor hermosa desde la cuna.


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