domingo, 23 de octubre de 2022

MAR MARCHANTE ORTEGA

 



MAR MARCHANTE ORTEGA

Algeciras, 4 de Octubre de 1976. Licenciada en Filología Hispánica. Compatibilizo mi tarea docente como profesora de Lengua castellana y Literatura para la Junta de Andalucía con mis clases como profesora de Comunicación oral y escrita en castellano para la UNED.

Miembro del Ateneo Literario José Román de Algeciras, del Instituto de Estudios Campogibraltareños de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, miembro del Centro Andaluz de las Letras.

Primer premio de Poesía Lola Peche del Casino de Algeciras, 2.008 con “Pasos Atrás”.

Primer premio de Poesía Instituto de la Mujer del Ayuntamiento de San Roque 2.011, con “Valerosa Amazona”.

Accésit de Poesía Instituto de la Mujer del Ayuntamiento de San Roque, 2.012“A la maternidad, bienvenida al pequeño Rey David”.

Mes de Diciembre para el calendario Arce del Ministerio de Educación 2012.

Libros

Esencia del Sur: Lola Peche. Diputación de Cádiz en 2014.

Metáforas de mar, 2013, Editorial El Boletín de Cádiz.

El círculo de la vida. En proceso de publicación.

Versos de ceniza En proceso de edición.




APRENDERÉ A QUERERTE

 

Cuando tus labios agrietados y secos,

sean tierra quebrada

sin agua

en el oasis del desierto.

Cuando caigan sobre mí todas las piedras

de las tribus de Israel

para lapidar mi amor

estéril y prohibido

de hembra infiel.

Cuando tus ojos de ciego

sólo vean murallas,

mientras los míos

siempre encuentren pasadizos.

Cuando esto que soy,

triste existencia,

sea sólo aprender a olvidar…

Entonces

y aún así,

aprenderé a quererte.

 

 

 

 TODOS TEMEMOS.

 

Todos tenemos algún miedo.

Mis dos miedos caben en esta fotografía...

Sus manos: una pequeña por su infancia

y la otra debilitada por la enfermedad y los años.

Y la única mano que les puede sustentar es la mía

¿qué pasará si no alcanzo yo sola con mi única fuerza

para sostener a alguno de ellos?...

Ese es mi miedo.

Yo solo tengo 2 manos para 3 cuerpos y con mis manos

no será suficiente para sostenerlos.

Sólo el temor a que caigan es el que a veces me levanta:

me obligo a empujones de conciencia a salir

de mi nostalgia,

de mi dolor,

de mi fracaso,

de mi desesperanza.

Y entonces me visto de sonrisa

y agarro sus manos

y me subo de nuevo a la vida para mirarla de frente

con el sudor recorriendo mis emociones

y vuelvo a llevarles al parque.

Mi hijo juega feliz en los toboganes

mi madre respira tranquila oxígeno puro

y yo, sigo temblando a la sombra de la duda

y del miedo verde y alto de mis árboles.


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