viernes, 21 de octubre de 2022

JOSÉ MARÍA GUERRERO

 


José María Guerrero nace en Estepona en 1988. Historiador, experto en gestión cultural y proyectos de patrimonio. Mantiene una estrecha vinculación con su ciudad natal, aunque ha vivido en lugares como Londres o Málaga. Siempre tuvo una clara inclinación hacia el patrimonio y las letras, participando activamente en la renovación de la imagen de Estepona y contribuyendo a su polarización como centro de atracción para diversas disciplinas, formando parte de la propia gestión municipal durante más de un lustro. Impulsó iniciativas como la Ruta de la Poesía de la localidad, que cuenta con casi un centenar de poemas distribuidos sobre fachadas.

Ha recibido galardones como el de la Villa Histórica de Santiago del Teide, recientemente, o el premio joven de poesía de Estepona en sus años de juventud.

En la actualidad, sigue residiendo en la ciudad, compaginando sus inquietudes culturales y sociales con su actividad profesional. Pertenece al foro literario que se desarrolla al amparo del movimiento creador y divulgativo auspiciado por Juan Emilio Ríos y Teresa Floro, en la que han participado y participan escritores consagrados como la bilbaína Cristina Maruri o la malagueña Mari Ángeles Castillo, entre otros.

 


 LLUVIA DE VERANO

 

Hoy he vuelto a sentir,

como aquellas veces,

el placer simple de la lluvia

empapándome.

 

Anuncia, bajo el calor sofocante,

con sabor a niñez y a tierra,

el fin del verano.

Agradecido.

 

Hoy la tormenta de agosto,

con un rayo fulminante,

reclamando su sitio en el foro,

me ha llamado a la estación nueva.

Me recuerda que todo comienza

con una tormenta.

 

Con una tormenta nace el río,

el vergel sereno, el mar mismo,

el amor y la ausencia.

Los sueños, la paz de la tierra.

 

De tormentas sabemos en estas orillas,

entre ciudades viejas,

como vieja es la vida,

que hacemos nueva,

cuando pasa

 

la tormenta.

 

  

NUNCA ME GUSTARON LOS POEMAS DE AMOR

 

Nunca me gustaron los poemas de amor

Y con eso, pensé que no quería,

no sabía o no podía…

 

Leí tantos y tanto leí,

que aprendí a repetirlos

con algún aporte hipócrita

de mi propia memoria,

mientras rebuscaba.

 

Nunca me gustaron los poemas de amor

y, procurando saber por qué,

caí en la cuenta de cuanto me gustan

los boleros viejos. Cantarlos

sin voz, en la penumbra viva.

 

Nunca me gustaron los poemas de amor

hasta que, anacoretamente recluido,

una guitarra me enseñó,

bajo las estrellas, que

un bolero es un poema de amor,

con música, con melodía.

 

Cada uno tiene su propia cadencia.

Ninguno es igual.

Algo así como el amor,

como las historias de amor.

 

Siempre me gustaron los poemas de amor

y, sencillamente, no lo sabía.

Los había leído, ¡sí!

Pero no me había parado,

a escuchar.


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