Mi nombre es Javier Marín, curso actualmente 4º de Filología
Hispánica en la facultad de Filosofía y Letras de la UCA. Natural de Chiclana,
desde pequeño me gustaron los extraños oficios, no quería ser arquitecto,
médico o futbolista, no, yo quería ser detective. Por lo que estoy estudiando,
a priori se podría decir que no seguí con el mismo sueño, pero soy de los que
creen en la evolución. De querer ser detective, a leer novelas de misterio.
Recuerdo La Tuneladora o Las aventuras de Sherlock Holmes. Tan pronto
como leí, me dio por escribir (lo de pintar venía, sin embargo, de fábrica).
Recuerdo con gran cariño aquel primer escrito, ‘Diario de un detective privado’, algún día le haré una renovación,
gracias a un viaje a Madrid. A su vez, como le cogí el gusto a esto de la
escritura, brotaron los versos al unísono que me encontré de casualidad con un
librito que decía algo así como 20 poemas
de amor y una canción desesperada, quizá os suene. Con la poesía fue
distinto, salía, emanaba, era una catarata que me costaba (y me cuesta)
controlar, de ahí que decidiera estudiar Filología Hispánica, para aprender de
los grandes maestros. Bécquer y Lorca, sin duda, son los que más me han
marcado, su musicalidad tan pura sencilla y compleja han hecho que les dedique
innumerables versos.
Tuve la suerte de poder
publicar estos primeros versos escritos en un pequeño poemario con la editorial
Poesía eres tú, titulado Aprendiz de
Cuervos. No era gran cosa, sino la simple ilusión de verlos repartidos y
leídos por mis familiares y amigos. Dedicado a la definición de la poesía, el
amor, los mitos, Madrid (de nuevo, tuve la suerte de viajar dos veces),
Andalucía o la muerte. No he sido de participar en concursos, ya que siento que
aún tengo demasiado que aprender, y es lo que pretendo, descubrir su verdadera
naturaleza, buscar la rima, ritmo y musicalidad perfecta (que no compleja), de
ahí el titulo del poemario, aún soy un aprendiz.
Llamamos
tiempo.
Porque baila mejor entre nuestros labios,
y la rima se ve mejor, se siente agridulce.
Llamamos tiempo a lo que en fuego
quedó ceniza, a la primera cerilla,
al último árbol.
Al óxido de las rejas
que parecen olvidadas,
a los cuerpos inertes
que tan fugaz se pierden
como se forman telarañas.
Será tiempo la leña, ardiendo.
Las arrugas dibujando tu piel,
carreteras que pronto recorreremos.
Y la flor, las flores marchitas,
la nieve derritiéndose
en una mirada vacía.
Llamamos tiempo a la energía
porque queremos controlarlo,
volver queda mas fácil
y no podemos superarlo.
Llamo tiempo al tiempo
porque de ser honesto
pierde su valor poético,
y con él vuela la esperanza
de volver en el minutero
y no perder aquellos versos
que podría haberte dedicado
y volver a decirte te quiero,
grabarlo en tus manos.
Llamo tiempo a lo que fue amor
y quedaron huellas,
para volver a la propina
que tantas veces me has regalado.
DEDICADO A LORCA
Respuesta a la inesperanza .
Si se pinta la luna verde
en el cielo despejado
es que viene la muerte,
que la muerte te está mirando.
Ay luna, lunita luna,
no te lo lleves en tus brazos,
que esa niña nos huye,
porque robó en mi establo.
A lo lejos vi la fragua
y más rápido iba mi caballo
que no más rápido que la niña,
la del polisón de estaño.
En el cielo bailaba ella
y el niño con los ojitos cerrados,
ay luna, lunita luna,
ahora brotará en mi pecho su llanto.
A mi vinieron los guardias
por asesino de bronce gitano
y yo huí por ti, querida,
huí por ver tus manos.
La sal enjuago las rocas
y de nuevo la luna mirando,
ahora viene a por mi
sus trajes de verdes nardos.
Tu escalera se bañó de rosas
y me vió tu padre llorando,
pero poeta que no siente,
poeta que muere encerrado.
Recordé las hogueras de san juan
y tus besos acalorados,
hoy soy pasto de los vientos
y mi poeta yace enterrado.
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