Mari Callealta Torres nació en
Cádiz en 1967, España. Es maestra en un
centro de primaria en Málaga y coordinadora de programa de competencia
lectora. Socia colaboradora de la
Revista de las Artes UTOPÍA, Asociación Cultural “Wadi al Kabir” Anduxar-Andújar
Jaén, Círculo Cultural Bezmiliana (Málaga) y Alliance des Createurs Arabes
(Marruecos). Publicación en la Revista internacional “ÁLORA, LA BIEN
CERCADA”. Ediciones en las antologías:
“POESÍA DE POSTVANGUARDIA”, “A LA LUZ DE LA POESÍA”, “GRITO DE MUJER: POR MÍ
MUJER”, “IX RECITAL SIERRA MORENA POESÍA”, “ÚBEDA: VI ENCUENTRO INTERNACIONAL
DE POESÍA”, “III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POESÍA CIUDAD DE CABRA”. Entrevista
en programa televisivo PTVTelecom (Málaga), radio “Faro del Noroeste” (Canarias), radio ”Enfasis”
(Chile), Real Estate Radio (Argentina) Participación en recitales poéticos en
las diferentes provincias andaluzas, La Palma Canarias, Chile y Argentina. Coeditora en el libro de poesía: “ A LA LUZ DE LOS ESPEJOS” (Edt Cacho &
León Editores). Ha publicado un libro de poesía “LUMINISCENCIA” (Cacho &
León Editores).
BOSQUEJOS
Retazos de calendarios inversos
sondean la frialdad del espejo
y se amontonan como quejidos de escarcha.
Olvidaste que el silencio es la silueta de los temores
y aun así, pretendías engañar al tiempo.
sondean la frialdad del espejo
y se amontonan como quejidos de escarcha.
Olvidaste que el silencio es la silueta de los temores
y aun así, pretendías engañar al tiempo.
Todo cabe en una imagen de ermitaño
en la aridez de las espuelas.
Cada huésped es un amanecer de niebla,
un monólogo de vientos que azotan el alma,
una historia de improvisados bosquejos.
en la aridez de las espuelas.
Cada huésped es un amanecer de niebla,
un monólogo de vientos que azotan el alma,
una historia de improvisados bosquejos.
Perduran los gestos quebrados de la pereza
que acechaban las noches,
las palabras caducas que sabían a destierro,
aquellas que arruinaron el aliento del triunfo
y escarbaron en las migajas de la herrumbre.
que acechaban las noches,
las palabras caducas que sabían a destierro,
aquellas que arruinaron el aliento del triunfo
y escarbaron en las migajas de la herrumbre.
Como el fin del día que huye,
se arquea la sombra en penitencia de duelo
sin poder distender las ciegas espinas
que sostienen mi rostro.
Y sin embargo, el reflejo maquillado de ilusión
abrazará la mano abierta al ocaso,
porque habrá una piel tatuada sobre piel
que llevará atado a sus labios mi nombre
como reflejos de nuevos retazos.
se arquea la sombra en penitencia de duelo
sin poder distender las ciegas espinas
que sostienen mi rostro.
Y sin embargo, el reflejo maquillado de ilusión
abrazará la mano abierta al ocaso,
porque habrá una piel tatuada sobre piel
que llevará atado a sus labios mi nombre
como reflejos de nuevos retazos.
ESQUEJE
entre el vértice de las semillas,
mi voz es cobijo de un cruce de cortejos.
Podrás reinventar el lenguaje de las hojas,
horizonte de hierba y luz, que mece
el rocío entre la risa del viento.
Podrás esculpir un mosaico de anhelos
entre los pliegues desnudos de mi nombre.
Susurro dulce de aroma andaluz.
Ya no hay lugar para un diálogo
de maromas en la garganta. Ya no.
Bajo las piedras, un esqueje de serenata
palpita en letanía pausada.
Y así, en los acordes del equilibrio
confundimos al tiempo
con la esencia viable del amor
en una parte del espacio y el infinito.
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