jueves, 13 de octubre de 2016

ROCÍO BIEDMA



Pienso que todo está por escribir. Cada vez que surjan tropiezos y dudas, a pesar de la extenuación, siempre sabré que jamás se adueñarán de mí, ni el escorbuto del mutismo, ni la deserción de palabra.

Procuro emprender cada día con el entusiasmo de quien todo lo tiene por delante, pretendiendo aprovechar la útil y fascinante alquimia que une siempre el legado de la memoria con el rocío recién levantado de los días, creciendo con vivo empeño los límites de ese considerable abismo al que llamamos realidad.

Intento ahondar en ese espacio donde la poesía es un gozoso galeón cuyo despertar constante del yo íntimo y el proceso de vivir, integran un universo único donde entrar y acomodarse y concluir sucumbiendo en sus delirios.

La Poesía es el arte de plasmar instantes a través del sentimiento con la palabra. Y un Poeta es un ser que se colma de belleza, se nutre y crece con ella. Aprender a escuchar con la voz del poeta, ser capaz de emocionarse en cada palabra, en cada imagen escrita, ser capaz de arrojar luz o tiniebla, de reflejar pasión o tristeza, de hacer piruetas entre verbos asonantes, debería rozarnos la piel de la razón y  llenarnos de sensaciones por encima de banales y maldicientes noticias sobre la vida íntima de muchas personas.




Canción del Sur
(A Carlos Cano)
“Nunca podrás deshabitar mis interiores.
…Así conseguiré perpetuarte
en la querencia cenital de mis poemas.”


(Rafael Bueno Novoa)


Se precipitaron la oscuridad y el silencio,
desafiando el contorno del olvido,
y tú,
trovador en desvelo
ceñiste galaxias hilvanando sueños
alzando romanceros
pétreos como santuarios.


Tu voz de océano está,
donde la armonía del viento
tiene ese sabor de almizcle y brea,
una misma semilla,
un mismo sol esperanzado.
Y en el altivo compás,
crecieron tus anhelos de luz
por entre la verdura y los arpegios.
Y tu áureo empeño
entretejido al tiempo
de amanecer las memorias,
nos mece cual Debussy
como exótica habanera.


Si yo fuera capaz
no te habría dejado ir,
ni irrumpir en este cenagal
que compone un tango despiadado,
donde el tiempo se prorroga y convulsiona.


Algunas mañanas de abril,
luna de abril,
mientras me adentro
en tu corazón de rapsoda,
con un vaso de té verde
abril, para soñar, para vivir …   
evocan pliegues rotos de mi mocedad,
mientras enmudecen las aves
en los altos capiteles,
y el sosiego del primer verso
ondea la cúspide de tu quejido
en las gotas de rocío entre olivares.


Y yo prefiero florecer en tu alma
como quien inquiere ajenos colores
a la zaga del arco iris.
Y sentir ese pellizco al escucharte
a la luz de los cantares,
la reflexión al viento,
y la nostalgia pesándote en el corazón.


Sin ti,  
navegando condenas,
han surcado tu voz y tu incandescencia,
que vuelve a derramarse en cada copla,
por los surcos antiguos
en los acordes de los laureles
en el limón y la canela,
con tu presencia de siempre.


Y se cierran los postigos
después del regreso herido,
donde no caben sino
mi admiración y respeto.


Pero tu heredad y tus palabras
se quedan como madrigales cerúleos
sobre un fuego eterno.


Hay un requiebro diferente,
una saeta malherida en las púrpuras horas.
Un soliloquio herido, detrás de los cipreses
alargando la sombra refulgente de tu nombre;
que vuela en una Canción al Sur
porque es donde vuelan
eternamente los poetas.

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