lunes, 7 de noviembre de 2016

PACO VELÁZQUEZ


Si el vino es poesía  y si me vino la poesía un día acompañado del vino, se quedaron en mí los versos, las rimas y los ripios. Porque con vino y sin él, continúo escribiendo, desde que el cacao acompañaba a la leche, desde que me embriagaba el aroma de las flores, noches y días, con nocturnidad y alevosía, con premeditación y sin premeditada intención.

Y escribo, y vuelvo a escribir. para niños, y niñas, en un acto de rebelión; y para ti, que me has de leer, divagando en las nocturnidades de la noche profunda. Heme aquí, junto a mi Caleta, Caleta del alma mía, sorbiendo la brisa, amando la vida, creyendo en ella.

He escrito, sí, he vivido y vivo, la poesía entre las indecencias y las indocencias, bebiendo de la frágil luz de la luna y el amado sentir del sol. He amado y amo, he vivido y vivo. He sentido y siento. Y sin lamento. Y presiento. Y siento.

Y si algún día pasas cerca de mí, y me tiendes la mano, la tendré siempre limpia, aunque no muy encallecida, no porque no trabaje, sino por mi labor diaria, lejos del esfuerzo concentrado en mis manos. Sí, soy maestro de los días por los que transcurro (encallecida tendré el alma o el corazón).

DE CRISTAL
A mi padre
Silencio, mirada ausente,
Sin voz, distante, presente.
¿Qué mirarán tus ojos al aire?
Tus ojos..., de cristal.
¿Qué sufrirán tus minutos de cristal?
¿Qué hago, qué cómo, qué digo?
Los instantes se restriegan
unos sobre otros como láminas..., de cristal.
Dame la mano, ayúdame.
Hoy tengo mal humor,
parezco viejo,
si me miro al espejo..., 
de cristal,
aunque si no me miro,
parezco mayor.
Mis huesos ya no fluyen 
por el suelo, 
en torpeza..., de cristal.
Mis luces son oscuridad,
día y noche, de cristal.
Ayúdame a transcurrir,
a amanecer, a anochecer.
Un pañuelo que limpiar mis lágrimas..., de cristal.
Un suspiro, una tos para el recuerdo..., de cristal.
Tus dientes prestados,
adormilados otra noche más,
en un vaso..., de cristal,
ya no recrean los alimentos,
en un jamás..., de cristal.
Tus manos ya no sujetan la paciencia..., de cristal.
Tu cuerpo sin hechizo, inmaterial,
cual estatua..., de cristal.
Tu mente, quebradiza, de cristal,
reconforta segundos de claridad.
Un beso, una sonrisa, un abrazo,
una broma..., de cristal,
te acompaña los días,
las tardes, las noches...,
las noches, de cristal.



QUE ME TIEMBLAN LOS OJOS
Que me tiemblan los ojos
arrojando exabruptos y despojos
que resurgen de sus cuencas
al cruzar el faro de las Puercas.

Porque mi raíz fue en la misma era,
y que te llame igual no toleras.
Porque consideras la mía vencida,
rechazas mi mano tendida,
con la que acaricio como tú…
Para admirar el cielo azul,
alójate en mí por un instante
y no te muestres distante,
mírame cara a cara sin desprecio
y no me hagas sentir como un necio.

Y dime, dime quién soy,
dime si en mis ojos vives
y ves tu rostro vivo.
Dime si reconoces mi voz.
Porque yo soy tú y tú eres yo.

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