Mi interés particular
por la literatura, fue siempre una constante, sobre todo la lectura, ya en la
adolescencia, hacia algunos intentos de crear algo y pronto me decidí por la
poesía, siempre influenciado por los clásicos, a los que leía y estudiaba
constantemente. Así es como me aficioné a este
Arte en común, que me ha seguido influyendo durante toda mi vida, diría
que no concibo la vida sin poesía, dentro de los cánones lógicos.
Roberto J. Martín González, nacido en Málaga, Marzo, 1946. Estudió dirección de Empresas Turísticas; Decorador de Interiores.
Ocupación Profesional: Dirección en la Empresa Privada.
Publicaciones: Mi juventud, año 1965; Horizontes, 1966; Sensaciones, 2/1967; Poesía al Alma, 11/1967.
2018 “RETAZOS” Diseño, Impresión y distribución por ALIAR Ediciones.
Gestor de eventos culturales: Creador; Encuentro Poético de Álora; Hablando de Poesía.
En colaboración con Maribel Castro,
encuentros y redacción del libro de VOCES PERDIDAS, VOCES OLVIDADAS, para próxima
edición.
En preparación, ya maquetados, dos poemarios: BASAMENTO DE BARRO y CAMINOS DE LUZ.
POEMAS
PRESENTÍ
Presentí tu presencia en la
distancia,
cuando, una enorme luz, en mi
espacio,
convino relucir como topacio,
el aire que rugía con fragancia
a través del aquel valle...
despacio.
La senda, susurraba tu alegría,
el agua saltarina del arroyo
cantaba melodía que adquiría
la suave y cadenciosa sinfonía,
completada con cantos, y tu apoyo.
Dirigían los juncos del riachuelo
la magistral orquesta de las flores,
la amapola, y su nota, con honores
lucían con orgullo su revuelo
cantando a la mañana sus sabores.
Las adelfas, danzantes y festivas,
arrogantes, activas y engañosas
ofrecen, unas flores caprichosas
entregando creencias olfativas,
creyendo parecer la mas hermosa.
Los álamos erguidos, que custodian
momentos de relax y afinación
de armonía del viento, con su
acción,
tocando melodías, que salmodian
al mundo, repartiendo su emoción.
VISIÓN
Tétrica visión desde mi otero;
calles vacías, triste caminar
del sujeto embozado sin mirar,
la senda que, el helor, deja fiero.
Temor agrio del virus traicionero,
habitando con triste estratagema
en el cuerpo inconsciente que blasfema
con su actitud: pasiva, involuntaria,
precipitada y soez, -no sanitaria-
la gente irresponsable, por sistema.
Soledad que presiento en esta vida,
negros sueños surgidos, que desvelan
en despertar nocturno, y desconsuelan
la falta de abrazar, y que no impida
recrear, color del beso que decida
el calor acogido y dilatado,
espera, a la frecuencia del pasado,
el deseo de abrazar mi descendencia,
ansío prontitud, y más paciencia
por la espera abrazada, en lo deseado.
Impúdica conciencia, de desmanes
osados que, ejecutan, desalientos
sociales a las gentes que en lamentos,
sufren desamparados ademanes.
Maldades inconscientes, de “alacranes”
que actúan con codicia y egoísmo
con paroxismo oscuro, sin civismo,
para la sociedad dócil y aislada
obediente a la ley recomendada,
nos lleva a la actitud con pesimismo.
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