La periodista cultural Pilar Redondo del periódico “Cierre digital” (Córdoba, 2024) ha dicho que mi obra trata de “una poesía del sentimiento razonado, abocado a la trascendencia”.
Realizo un programa de radio semanal sobre poesía. Soy miembro del Ateneo literario de Puerto Real y socio de honor de la UNEE. Mi poemario “Vivir en las palabras” ha sido traducido al portugués.
Manuel en sus tardes
Sentado cada tarde en el café
espera que el tiempo no pase.
Que el otoño no deje atrás
el despertar luminoso del verano.
Que los incipientes chaparrones
de transparente agua de noviembre,
que traen en sus moléculas
el misterio de la vida, sean una vuelta
atrás en el calendario.
Sentado cada tarde en el café sueña
con volver a la misma terraza,
en la misma fecha y la misma hora.
Volver a otros años, los de antes,
a la espera de su hijo
adolescente enredado en sorber
instantes
y ver brotar libre la primavera
en el asombro de la sangre.
Sentado cada tarde en el café
espera alguna noticia
que lo rescate de mirar al cielo
y le permita dejar de sentir miedo
a la amarga zozobra de las noches.
Sentir que el tiempo se ha dorado
tanto en su hermosura, que ya es tiempo
diluido, helado, si, el temor contenido
a la fatal noticia.
Pretérito de subjuntivo
Me es común salir a la calle
y encontrar a gentes a las que miras de cerca.
Pongamos por caso, en el autobús
o el mostrador de algún comercio.
Y ahí aparecen a veces unos labios
que ya besaste o unos ojos
que abren un yo interior que ya conoces.
Entonces es como ensimismarse con la llama
de un fuego o con el vuelo de algún pájaro
cuando se confunde en una nube.
Es excepcional, pero ocurre como los milagros,
porque sé que los milagros ocurren.
Cuando te invade este río ves que estás frente
al pretérito de subjuntivo.
Y a las manos mínimas de aquella niña
con la que compartí pupitre.
 
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