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viernes, 31 de octubre de 2025

CÁNDIDO GUTIÉRREZ NIETO


Nací en Grazalema. Soy doctor en pedagogía. Como docente, he realizado muchas funciones entre ellas profesor universitario. Recibí en Barcelona el premio nacional “Rosa Sensat” de pedagogía. Participé en las Tardes poéticas de Grazalema de los años 80 y 90. He publicado poesía en revistas literarias y recibido el premio internacional “Artemisa” 2023 y el premio del VII concurso internacional “María Fonellosa sobre discapacidad” con el poemario “Ángel contigo y otros versos”. En proceso de edición se encuentra “Los ojos incendiados de Vernon Harris”.

La periodista cultural Pilar Redondo del periódico “Cierre digital” (Córdoba, 2024) ha dicho que mi obra trata de “una poesía del sentimiento razonado, abocado a la trascendencia”.

Realizo un programa de radio semanal sobre poesía. Soy miembro del Ateneo literario de Puerto Real y socio de honor de la UNEE. Mi poemario “Vivir en las palabras” ha sido traducido al portugués.



Manuel en sus tardes 


Sentado cada tarde en el café 

espera que el tiempo no pase. 

Que el otoño no deje atrás 

el despertar luminoso del verano.

Que los incipientes chaparrones 

de transparente agua de noviembre, 

que traen en sus moléculas 

el misterio de la vida, sean una vuelta

atrás en el calendario. 


Sentado cada tarde en el café sueña 

con volver a la misma terraza, 

en la misma fecha y la misma hora.


Volver a otros años, los de antes, 

a la espera de su hijo 

adolescente enredado en sorber 

instantes

y ver brotar libre la primavera 

en el asombro de la sangre.


Sentado cada tarde en el café 

espera alguna noticia 

que lo rescate de mirar al cielo

y le permita dejar de sentir miedo 

a la amarga zozobra de las noches. 


Sentir que el tiempo se ha dorado

tanto en su hermosura, que ya es tiempo

diluido, helado, si, el temor contenido 

a la fatal noticia. 



Pretérito de subjuntivo


Me es común salir a la calle 

y encontrar a gentes a las que miras de cerca. 


Pongamos por caso, en el autobús 

o el mostrador de algún comercio. 


Y ahí aparecen a veces unos labios 

que ya besaste o unos ojos 

que abren un yo interior que ya conoces. 


Entonces es como ensimismarse con la llama

de un fuego o con el vuelo de algún pájaro 

cuando se confunde en una nube. 


Es excepcional, pero ocurre como los milagros, 

porque sé que los milagros ocurren. 


Cuando te invade este río ves que estás frente

al pretérito de subjuntivo.


Y a las manos mínimas de aquella niña 

con la que compartí pupitre.

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