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jueves, 16 de octubre de 2025

JUAN EMILIO RÍOS VERA


Juan Emilio Ríos Vera nació en Algeciras en 1966.

Licenciado en Filología Hispánica. Presidente del Ateneo “José Román” de Algeciras y de la Sección VI del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Presidente de la Agrupación Poética “José Luis Cano”.

Socio del Ateneo Republicano “Blasco Ibáñez” de Valencia y de la Asociación de Poetas pro Derechos Humanos. Premio "Aljabibe" de Poesía en 2012. Escudo de Oro de la Unión Nacional de Escritores (2014), medalla de san Isidoro de Sevilla de la UNEE (2018), insignia de oro de la ciudad de Algeciras.

Poeta, narrador, articulista y novelista.


DIBUJANDO CON VERSOS VISIONARIOS

                       A Guillaume Apollinaire

¿Para qué querías, oh tú, egregio poeta

que le regalaste al surrealismo

su sonoro nombre, 

llevarte, presuntamente, a casa

la risa de la Gioconda?

¿O acaso fue Picasso?

¿Por qué anhelabas, con picardía,

pellizcar los pezones

como riscos del adivino ciego

Tiresias, transmutado en mujer

por tu mente audaz y trasgresora?

¿Por qué diste rienda suelta a todo 

ese bestiario desaforado de criaturas

en las calles de tu sangre?

¿Por qué dibujar con versos

en el cuaderno improvisado de dibujo

de tus poemas? ¿Por qué te dedicaste

a dar clases particulares de sexo 

sin amor a jóvenes señoritas ansiosas

de aventuras precoces y procaces?

Porque fuiste el encantador en putrefacción 

que convertiste los versos, negro

sobre blanco, en serpientes

y te bebiste todos los alcoholes

de la destilería. Y es que,  

todos los locos y los poetas

necesitan imperiosamente libertad.



El ACTO POÉTICO

                                             a Marinetti


Como el verso de la cuaderna vía,

como la mayor biblioteca de los tiempos

antiguos, fuiste alejandrino, caro poeta.

Utópico y simbolista desde la infancia

y fundador de revistas juveniles

cuando te llamabas Héspero,

no supieron entenderte los jesuitas 

cuando, con un libro de Zola en el regazo,

te sorprendieron dentro del libro

y a años luz de la clase de religión.

Ya fuera de aquel entorno opresor,

te jactabas de leer a Mallarmé y a D`annunzio

y de crear las noches futuristas donde

se abominaba del pasado y del presente

como quien se quita una camisa usada.

Quisiste, luego, prender fuego a los museos

y arrasar los archivos donde solo habían

palabras viejas y hechos olvidados,

para que se construyeran, en su lugar,

circuitos automovilísticos y rascacielos.

Para tus ojos visionarios era más hermoso

un bólido de carreras que la Victoria de

Samotracia y un robot más perfecto

que un hombre sin ideales.

Renaciste de una vida antigua 

en aquel accidente de tráfico que mató 

a tu yo obsoleto y dio a luz a un nuevo hombre

que solo miraba, por desgracia, 

hacia adelante y a hacia la derecha extrema, 

donde mataban a la poesía y a sus practicantes.


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