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domingo, 19 de octubre de 2025

MARÍA ISABEL CASTRO RIVERA

 

Diplomada en Ciencia de la Salud, especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrona)

Ha presentado, coordinado y es de su autoría, el evento poético Voces Perdidas Voces Olvidadas junto a Roberto J. Martín Gonzáles.

Es autora y coordinadora, junto a Roberto J. Martín González, de la edición del libro "Voces perdidas, Voces olvidadas" Ediciones del Genal. En 2024 aparece su poemario “Soledades. Desde mis ancestros”, editado por Jákara Editores.

Es miembro del Ateneo de Málaga, del Grupo Cultural Capitel, Málaga, Vocal de proyectos de la asociación Colectivo Malagueño de Escritores (CME), pertenece a la Asociación Humanismo Solidario y es miembro del Foro Ibn Rushd Asociación de Amistad Andaluza Marroquí

Además de la poesía, también cultiva otros géneros literarios como el relato y la biografía.

Publica en revistas de ámbito cultural.

Sus poemas aparecen en antologías varias y en la revista de ámbito internacional Alora la Bien Cercada.


Como la flor en primavera


Aprendió a vivir con su soledad,

con gran dignidad y perseverancia,

a sabiendas de que a nadie

le importan los problemas ajenos.


Aprendió que los dolores callados,

se van adormeciendo con el tiempo,

pero prevalecen, queda su mácula,

que, como las flores por primavera,

reverdecen aflorando con fuerza

ese dolor quieto, enmudecido.


A pesar de las noches en penumbras,

donde el ánima parece perderse,

encontró en sí misma la luz sutil

que conduce y aminora el sufrimiento.




El Río de la Vida


Mira el río tranquilo y armonioso

que el tiempo y el agua han parido;

llegando a su destino se pierde

en las profundidades del mar infinito.


Recordad que somos río

y que desaparecemos con el tiempo,

y que los rostros pasan como el agua,

dejando tras de sí un eco fugaz.


Nuestro origen es humilde,

como una gota de agua

que se une a otra para formar un arroyo,

surcando el camino, enfrentando desafíos.


Cada curva en nuestro camino

nos da lecciones de vida,

nos ayuda a encontrarnos

con nosotros mismos.


Así como el río fluye hacia su destino,

nosotros abrazamos la brevedad de la vida:

cada momento es único

y merece ser vivido plenamente,

conscientes de que nuestros actos

pervivirán a nuestra existencia.



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