Mustafa Al-Qurna es un escritor y poeta jordano nacido en Belén en 1965, considerado una de las voces literarias más destacadas en Jordania y el mundo árabe. Ha trabajado en los géneros de poesía y novela, caracterizándose por un estilo humano profundo y un lenguaje claro que combina reflexión y emoción. Su poesía aborda temas como la patria, el amor y la diáspora, con un estilo sincero y cercano al lector.
Entre sus obras poéticas destacan: Las cadenas rotas, Eres mi poema y Mi luna tal vez aún no ha llegado. En narrativa, ha publicado: La montaña de la corona, El teatro romano, Napoleón en Ammán y Al-Fureidis. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas y han sido objeto de numerosas tesis de maestría y doctorado. Fue presidente de la Unión de Escritores Jordanos por dos períodos y ha participado en festivales literarios nacionales e internacionales. Representa una voz literaria que refleja la identidad jordana y la condición humana desde una visión creativa contemporánea.
Dijo mi amigo
Dijo mi amigo:
—Tú no escribes,
tú brotas
como el jazmín en la noche,
cuando los poemas duermen
en el bolsillo de tu abrigo viejo.
Le dije:
—Yo, la noche
y algo de nostalgia,
guiamos el viento hacia el norte,
y lo seguimos cuando queremos,
como si el norte fuera
nuestra historia interminable.
Mañana, nuestros sueños crecerán,
¿y entonces qué haremos?
¿Le construiremos una tienda
a su lado?
Los mapas nos perdieron,
como lo hace el sol
al mediodía.
Estoy lo bastante solo
como para llorar,
y cargar lo que me queda
a solas,
y dejarme
con todo este montón de ruinas,
este vacío.
Solo,
como una madre que ordena sus dolores.
Ya no queda nada
que me diga
si cumplí mi papel como debía,
o si simplemente jugaba.
Solo,
y nadie más que yo para mí.
Soy hijo de este gran vacío.
No tolero las palabras adornadas
cuando se vuelven polvo,
como se desvanecen la promesa y el trueno
en lo alto del cielo.
Soy el último sobreviviente de mí mismo,
suficientemente solo
para buscar en los rostros de las cosas:
¿fue una película mala
para que las estaciones crezcan en mí
a solas?
Reordeno el camino
cada vez que este día se acerca.
Suficientemente solo
para marcharme.
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