martes, 21 de octubre de 2014

MANUEL J. VÁZQUEZ RUIZ


Manuel J. Vázquez Ruiz (Algeciras, 1990) Diseñador Gráfico, Escritor de versos torcidos y Rapsoda.
Actualmente reside en su ciudad natal.
Trabaja como diseñador. Es miembro de la sede cultural ATENEO de Algeciras.
Fue diseñador de la revista “Hércules Cultural” hasta el nº 4 de ésta.
Fue miembro de la sede cultural A.C.A.D.E.M.U.S, en la cual comenzó como rapsoda.
Ha publicado en diversas revistas como: “La Palma”, “Hércules Cultural” y “Utopía de las artes”
Algunos de sus pasajes están en la antología del “encuentro de poetas en Úbeda”
Es prologuista del libro (el medio queso) del escritor y cantaor Algecireño, Flores El Gaditano, publicado en 2014.
Cuatro de sus poemas están expuestos en su ciudad natal, dos de ellos en establecimientos públicos, y otros dos en su calle, en la cual reside actualmente.
Ha recitado en diversas ciudades andaluzas como son: Cádiz, Granada, Córdoba, Jaén y Sevilla.
Asistió como participante en el “Encuentro Poetas de Ahora”
(Celebrado en Cádiz, en al año 2013)
Ha recitado en diversos establecimientos, sedes de cultura y teatros.
Has puesto voz a varios pasajes de la novela de Sergio Barce.
(El libro de las palabras robadas)   
Varios de sus acontecimientos poéticos han sido publicados en periódicos de Cádiz.
Actualmente escribe su primero libro: “Poemas de una Corazonada”
Y graba un disco de poesía recitada con poemas de este mismo libro.



POEMAS


MARRUECOS

He sentido el agua del Atlántico
Acariciarme mientras iba por su orilla deambulando
Soñando con ser de Marruecos un pájaro
Y discernir lo eterno de lo efímero sobre el océano

Habitar en la piel del camello
Y alargar sin medida mi cuello
Odiar al ser que a mi libertad puso precio
Y que fingiendo amor, me trata con desprecio
Olvidándose de que yo también padezco

Ando sumergido en las entrañas de Marruecos
sintiendo el aroma cálido de sus recovecos
El sabor del té que trasciende de un modo intenso
Y la melodía marroquí de los músicos del desierto

Yo he sentido Marruecos, sus calles
Sus playas, sus montes y sus valles,
El arte insólito de ser un vendedor ambulante
He sentido su cultura, sus tradiciones ancestrales

Marruecos no se puede imaginar,
Es mujer que no se deja adivinar,
Es hombre de tradición y de Corán
Es rezo, mezquita y un infinito caminar

Si algún día Marruecos te llama,
No te dejes engañar por el que no lo ama,
Marruecos no se puede definir con palabras,
Es un enigma que se esconde bajo la calma
Un tesoro, que sólo se aprecia con el alma.



A VECES...

A veces vivo escondido detrás de una sonrisa,
Camino con pasos que no son los míos,
Tropiezo en terrenos que jamás he pisado,
Me miro en espejos que no me devuelven reflejo alguno,
Respiro aire de otro pulmón ya oxidado,
Me columpio y no siento vértigo ni cosquillas,
Salgo a la calle, y me siento preso,
Miro a los pájaros y siento que soy yo el que vuelo,
Mi mirada mira sin mirar a unos ojos que no estaban mirando,
Tengo pánico al miedo, y siento que el miedo no le teme a nada,
A veces el amor me llama y yo me hago el sordo,
Me disfrazo de desamor para pensar que estoy mejor sólo,
Y cuando la soledad es mi única compañía,
Quiero que me acompañe también el abandono,
Y tener más motivos para entender que me alejé de todos,
Vivo encerrado en la mazmorra del qué dirán,
Las rejas son de papel, un papel que no se puede mojar,
Que no se puede quemar, y tampoco romper, sólo pintar...
No curo con alcohol las penas, porque me escuece,
Apenas me gusta madrugar,
Prefiero naufragar en mi almohada y no ver como amanece,
Junto al bolígrafo me pierdo en mares de tinta que me hacen sentir distinto,
Y cuando quiero volver a ser,
Siento que he perdido el instinto...
He soñado con despertar de un sueño y seguir dormido estando despierto,
He muerto y resucitado, dejando como ungüento el rezar a un dios crucificado, que aún no me ha hablado,
He sufrido el acoso de ser acusado por seres excusados, banales y frustrados,
He roto el cristal para conseguir años de mala fortuna, y discernir así el modo de ser afortunado,
He rechazado la droga y la he consumido en la mente de otros más osados,
He disparado balas de fogueo atravesando al que daba por muerto al otro lado,
He dicho lo que no pensé y pensé todo lo que no quise decir, para acabar diciendo todo lo que no vi,
He mentido para tapar una mentira que era verdad siendo aún una mentira,
Y he prometido todo lo que no he cumplido, y cumplido todo lo que no había prometido,
Me han llamado poeta, declamador, rapsoda, escritor, y se han olvidado de quien soy yo,
He sentido el corazón en el estómago, azotando cual látigo,
Despertando el hambre del pánico,
Me he sentido ridículo, he andado en círculos, he creído en oráculos y he perdido el tiempo y el cálculo andando con disimulo,
He habitado en el amor, he sentido su cobijo, su calor, sus complejos,
Y ahora siento que me sienta mejor si sentado lo miro de lejos...
soy semilla, que sin ser regada puede dar fruto junto a otro fruto que disfruta de lo efímero,
Me he negado el hecho de ser yo, por miedo a ser rechazado, arriesgándome a no ser aceptado por no ser yo,
He bajado la mirada sin saber el motivo, he dejado a veces de sentir que vivo,
Y he vivido la muerte como único objetivo,
me han mentido, y he mentido a sabiendas que la mentira no era el mejor camino,
Soy el penúltimo de siete hijos,
De siete hermanos,
De catorce manos que siempre me dieron cobijo,
Vástago de unos padres que se desunieron y desunieron así parte del nido,
He carecido de luz, de agua, de comida y de amigos,
He llorado regando macetas de tierras secas que dieron flores como testigo,
Provengo de un pasado arrugado, raído, descosido...
Y hoy he escrito estos versos con sangre, con hambre...
Aceptando que si no hubiese sentido lo vivido, jamás sabría lo que siente un hombre,
Y aprendí, que la felicidad la imagina el rico, pero sólo la disfruta el pobre.





El muerto...

A veces alguien se acerca triste
Y posa en mi alrededor una flor
Siento un suspiro que se desviste
Y deja ver su pena y su reflexión.

Yo, solitario, oyendo pájaros
Sintiendo el dolor de un cuerpo deshabitado
Hallando el amor de un paso efímero
Yo, descansando sin paz en el otro lado.

¡Quien acicala mi cuerpo sin rostro!
¡Quien me da los buenos días sin luz!
El que habita en mi es otro, de cuerpo roto
Y lo que sustenta mi calma es una cruz.

Aquí no hallo paz ni guerra,
No hallo ni recuerdo hechos piedra,
Sólo hallo almas yermas y eternas
Pobre de mi, que muerto, me tragó la tierra.

Manuel Vázquez.

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