sábado, 6 de octubre de 2018

MARÍA ISABEL CASTRO RIVERA



Diplomada en Ciencia de la Salud, especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrona).
Nace en Colmenar pueblo serrano de la comarca de la Axarquía malagueña, a temprana edad se traslada con su familia a la Capital malagueña donde cursa sus estudios.
Aunque  optó por las ciencias siempre ha sido y es, una enamorada de las letras, devoradora de libros, trabajando actualmente en un proyecto de investigación sobre mujeres poetas de todos los tiempos.
Organiza, presenta y coordina junto con Roberto J. Martín González el Evento Poético Literario “Voces Perdidas -Voces Olvidadas”.
Últimamente dedica más tiempo a la poesía, aunque también cultiva otros géneros como el relato o la biografía.
Sus escritos son sencillos, directos y dinámicos, habiendo publicado en revistas de ámbito cultural en Málaga y Cádiz.

Algunos de sus poemas aparecen en compilaciones varias.

POEMAS


….Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo,/porque pude vencerme y vencer al deseo. VINE.   Concha Méndez

HISTORIA OLVIDADA
Años hace que vamos de la mano,
no fue un amor cobijado en nubes,
cruzamos mares hechos de lagrimas            
nos albergamos en islas limpias.

Nuestro amor se bastaba él solo
no necesitaba auxilio del tiempo,
el tiempo… apenas unos minutos.

Fueron años de amor infinito,
de risas y cantos de sirenas
y de algún que otro quebranto.

Pronto llegaron los hijos
fue nuestra mejor recompensa,
pero el tiempo es inapelable amor…
No conozco primavera eterna.

Pronto seremos  pasado,
los hijos seguirán  la estirpe marcada,
nuestra historia, es historia sabida
en breve será historia olvidada.



El paso del tiempo hace mella en absolutamente todo, si se trata del abandono de una casa el deterioro es muy rápido.
A la fotografía  "Abandono" de Dani Moscugat.

ABANDONO
Joven y lozana te conocí
el valle vibraba de vida a tus pies,
bebías su sabor a placenta  sin fin
percibiendo que la verdad  toca tu sien.

Con la mañana eres luz concebida,
las horas justifican tu razón de ser,
con la noche te encorvas y doblegas
observando un cielo de tormentas.

En ti hemos sido desde que nacimos,
con el andar de los años nos descubrimos
palpando despacio tu cuerpo puro,
blanco y rosado con pasión de hogar.

Ya en la senectud que suavemente gimes,
donde entro despacio para rodar por ella,
recorro espacios de sonidos mudos,
y mi voz se pierde en tu corazón herido.

Invisibles puertas entreabiertas,
calor tibio de hogar no presente,
estancia triste que se rehúsa;
entidad que ahora resuena ausente.



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