domingo, 24 de octubre de 2021

TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO



“Qué me lleva a escribir poesía:

Para mí la poesía es, sobre todo, un instrumento para comunicar y compartir mis emociones, recuerdos y sentimientos más profundos ante la vida, la realidad cotidiana y el mundo que me rodea”. 

 

Nacido en Sevilla el 13 de diciembre de 1964.

Licenciado en Filología Clásica. Licenciado en Geografía e Historia. Licenciado en Ciencias Políticas.

Imparte clases de Lengua castellana y Literatura en el instituto de Enseñanza Secundaria Julio Verne de Sevilla.

Miembro de la Asociación Colegial de Escritores (ACE-Andalucía).

Miembro de la institución literaria sevillana Noches del Baratillo.

Se encuentra en la nómina de autores del Centro Andaluz de las Letras (CAL).

Comienza su andadura poética en 1983, cuando publica sus primeros poemas en la revista Taracea. Ese mismo año gana el segundo premio de poesía Gustavo Adolfo Bécquer.

Tiene publicados los poemarios Vivir sin tregua (2001), Árboles de esperanza (2015), Llegó el ayer (2017) y Días de redención (2019), así como el libro de microcuentos Retazos (2016). Asimismo, es coautor del libro de relatos Cien mil gotas de lluvia (2018).

Publica regularmente en diversas las revistas literarias de carácter digital Azahar, Proverso y Absolem.

Ha  sido reconocido en varios certámenes de relato y poesía, siendo el último de ellos el Segundo premio en el VI Certamen literario Universidad Popular de Almansa (2020) -Modalidad Narrativa-.

 

 POEMAS

  

Soneto a D. José de Espronceda

 

Temprana voz mordida por el duelo,

al albur de una lira ya perdida,

un dolor, mar sin orillas ni suelo, 

nunca así cubrió alma de mal transida.

 

Triste Parca oscura truncó tu vuelo;

la luz de tus versos, ardiente vida,

tornóse sombra por el desconsuelo

del huérfano llanto tras tu partida.

 

Una sonrisa sincera y valiente

al filo de tus manos se escondía

con lúcida amargura y ágil tino.

 

Pasión la tuya por justicia ardiente

se trocó en la muy noble rebeldía

del que se marca a solas su destino.

 

 

Finales de agosto

 

Pasean serios

como adultos de manos

a la espalda y mirada a ras de tierra,

reflexionando sobre el verano que acaba

desde una contenida pesadumbre.

 

Van hasta los pinares, frontera inconclusa,

desde donde, tras un rato charlando a media voz

al pie del árbol de siempre,

volverán de nuevo

al pueblo y a sus meditabundas calles

de atardeceres bonitos.

 

Aún no huele el aire

a cruda tierra húmeda,

pero el sol, resignado al ritmo marcado

por un dios insobornable,

ve poco a poco acortado su camino.

 

Los amigos, con forzada

triste alegría, sin querer

hablar del fin de sus días

de confidencia y de juego,

preparan, otro año más,

una despedida sin palabras,

sin saber si será el último,

si será el primero

de sus vidas.

 

 

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