miércoles, 6 de octubre de 2021

JUAN ANTONIO RODRÍGUEZ ASTORGA



Dos líneas:

 

No concibo la vida en prosa, es como hacer la realidad aún más cruda de lo que es. La poesía ayuda a digerir lo amargo, que nos trae lo cotidiano, endulzándolo y entresacando la belleza escondida de lo vivido en forma de versos.

 

Ha ejercido diversos y dispares oficios. Apasionado del mar, sirvió en la Armada durante 32 años, Graduado en Derecho y Master en Acceso a la Abogacía ejerciendo como abogado en la Asesoría Jurídica Gadir Legal que fundó junto con su compañero Diego Moisés Infante.

Es miembro del colectivo literario Tertulia Puerta Abierta a la Imaginación de Par en Par. Colaborador de las revistas Desde mi azotea y Pléyade.

Ha sido finalista en el concurso internacional Constantí de relato corto (2020) por su obra La dama que costó un reino.

Su poesía ha sido reunida por Silva Editorial en dos libros: Del amor y otras desdichas (2019) y Abordaje a la larga (2021). Guarda aún inéditas obras —narrativa, de carnaval y para canción—mientras su producción poética sigue creciendo.

 

POEMAS

 

LA SERPIENTE

 

No, no soy el escrupulillo que vibra

por dentro del cascabel de tu cola,

mientras que inyectas tu sutil veneno

no amenaces con mi mísero aviso.

Serpenteas entre nubes de nácar,

dormitas en la rama de una higuera

desde la que acechas el paso en falso.

Me declaro, a tu paciencia, devoto.

Viperina olfateas mi morada

silenciosa reptas por cada línea

del libro abierto sobre la mesilla,

me devuelves una lectura falsa.

Gozas de las sombras en las esquinas

simulas tonos nuevos, brillos nuevos

al mudar de nuevo tu fina piel,

y sin embargo eres la misma sierpe.

Las toxinas de tu mordida fluyen,

a borbotones llenan mis arterias,

nutren mi mente de falsos fantasmas,

insuflan en mis entrañas rencores.

De la selva virgen y espesa del tálamo

te marchas dejando esculpida tu huella,

abandonando el cadáver de mi amor

como olvidaste la piel mudada y muerta.

 

VILLANELLE DEL KARST

 

Ella descubre como se desmorona

la gota que orada y diluye

como un karst su certidumbre.

 

Asegura su paz entre las tinieblas,

se imagina agitando la colmena y huye.

Ella descubre como se desmorona

 

Lee mentes y mienta cuervos,

sus nuevas historias construye

como un karst su certidumbre.

 

Porque solo una cuestión sacia su pena,

planea en la boca que del beso fluye,

ella descubre como se desmorona.

 

Tiene certezas, sufre dudas,

sienta cátedra si concluye

como un karst su certidumbre.

 

Él, como el pensador de Rodin, espera.

En la esperanza pervive el triunfo, intuye.

Ella descubre como se desmorona

como un karst su certidumbre.

 

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