domingo, 24 de octubre de 2021

ANTONIO GARCÍA VELASCO


El escribir, poesía o prosa, surge como una necesidad interior, como un impulso inexplicable. Y escribes. Llegas a comprender (deformación profesional por eso de ser profesor de Lengua y Literatura) que la poesía tiene profundas exigencias formales, que el poema no es lo que dices sino como lo dices. Te sometes, pues, a las exigencias del verso. Te esfuerzas en cumplirlas y, entre conocimientos teóricos (técnica) y necesidades expresivas, vas jalonando tu vida de poemas.

Cuando era un joven estudiante de bachillerato, un profesor me dijo: “Te hemos dado el primer premio de cuentos. Pero los poemas que has presentado son muy malos. No vuelvas a escribir poesía”. No pude hacerle caso. Pero me obligué a mejorar la forma, a hacer el esfuerzo de pulir y pulir. Durante muchos años, tuve reparos para mostrar mi obra poemática. En 1975, me decidí a publicar mi primer libro, Fuego sordo, donde planteo la necesidad ineludible de escribir poesía, aunque no sirva para nada. ¡Bendita la utilidad de las inutilidades!

 

Antonio García Velasco es natural de Fuente de Piedra (Málaga). Ha sido Profesor de Universidad del Departamento de Didáctica de las Lenguas, las Artes y el Deporte, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Málaga. Doctor en Filosofía y Letras (Filología, Sección de Filología Hispánica)

Columnista habitual de prensa y colaborador de la revista de crítica literaria PAPEL LITERARIO y PAPEL LITERARIO DIGITAL, director, coordinador y colaborador de SUR. REVISTA DE LITERATURA, tiene en su haber las siguientes

Publicaciones

Poesía:

Fuego sordo, 1975; Marchamar andalusí, 1977; Se rompe hasta la vida cotidiana, 1980; Des(h)echa la ciudad, 1980; Ulises desangrado, 1982; Demonolatrías, 1985; Amor compiuter, 1987; Un libro para el gozo, 1994; Inter-nos, 1994; Psilocibina, 1998; Las heridas de amor, 2000; Una carta de amor, 2002; Infinito mar que es el vivir, 2003; Hojas ustibles, 2005; Fábulas de reencarnación, 2016; Cantares de flores nuevas, 2020.

Narrativa:

Lejano siglo XX; Altos vuelos (2ª edición 2016); Amores y tiempos (relatos, 2014); Profesor de poesía (2915, 2ª edición 2016; 3ª, 2020), Memorias de mi Eterna Llamarada (2016); El pueblo de los misterios (2017); Un dilema de amor (2018); Homo vampyrus (2019); La empoderada y maldiciente Sara (2020). Además de numerosos cuentos en blogs y en revistas.

Además, ha escrito Literatura infantil y números libros y ensayos sobre temas de enseñanza de la lengua y la literatura, de lengua y/o literatura.

Ha desarrollado programas de ordenador para la enseñanza de la lengua y la literatura, como auxiliares de estudios filológicos y como instrumentos de talleres de escritura creativa. También es autor de numerosos capítulos de libros sobre temas literarios, lingüísticos y de Didáctica de la lengua y la literatura.

Director de SUR. REVISTA DE LITERATURA (www.sur-revista-de-literatura.com)

Web: www.agvelasco.es 

Blog: https://agvelasco.blogspot.com/

 

 

POEMAS

 

La constancia de amor

  

Me rinde la evidencia de una tarde

en la que tú mi rosa recibiste,

la llevaste contigo,

las páginas de un libro disecaron

para que fuese eterna.

 

Las leyes de la rosa la hacen breve,

de efímero esplendor,

de pétalos tan leves que al momento

marchitan savia y vida.

 

En el libro conserva todavía

la constancia de amor y resucita

aquellos tiempos altos que vivimos

de inicio enamorado.

 

Espinosos momentos

 

Consolarnos debemos

en este desconsuelo que nos prende.

Impotencia y temor.

 

Contemplemos el cielo en su grandeza,

contemplemos el mar imaginado,

lejos de las paredes que nos cercan.

Era la muerte el mar

y los ríos marcaban nuestra vida.

Metáforas inciertas.

 

Monótona es la vida y sólo el ansia

de vivir nos eleva

a cielo y mar de imaginado impulso.

 

El corazón se achica por momentos

cuando la voz distante se nos niega,

cuando marca la tinta

de silencios impuestos.

 

No nos roben la luz

de amaneceres nuevos.

No aprovechen la calma

para alzar la tormenta.

 

Ya tenemos bastante con el cerco

que impone esta impotencia.

Ya tenemos bastante con la cuita

que impone esta zozobra.


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