sábado, 14 de octubre de 2023

ANTONIO MENA GONZÁLEZ

 

 Antonio Mena González nació en octubre de 1961 en Estepona (Málaga). Su primera etapa  de escolarización fue en la Academia Álvarez y el Colegio Juan XXIII, para después realizar la enseñanza media y el bachiller superior en el Instituto Monterroso. Estudió varios años de Derecho en la Universidad Malacitana. Su labor profesional ha estado ligada siempre al  Periodismo; trabajó durante tres años en Antena 3 Radio Costa del Sol, un año en Radio Nacional de España en Marbella, colaboró con el Diario Área del Campo de Gibraltar, Diario Sur de Málaga, Televisión por Cable Estepona y durante 25 años ha sido Jefe del Departamento de Redacción Deportiva en Radio Televisión Estepona. Actualmente está asignado al Área de Urbanismo del Ayuntamiento.


     Ha escrito “Relatos Cortos: Entre el Infierno y la Esperanza”, compuesto por diez relatos   donde se mezcla la realidad y la ficción, publicado en el año 2021, y “Las Siete Torres y otros relatos”, con diecinueve relatos y en la misma línea argumental del anterior, publicado en 2023, ambos con el sello de la Editorial Punto Rojo Libros de Sevilla; y el libro “Reflexiones para gritar en silencio sin herir el alma” publicado en 2023 por Sakana Ediciones de Estepona. Además ha colaborado con la publicación del libro de poesía “Lírica Navidad”, donde se integran cinco poemas de su autoría, editado en 2022 por el grupo de escritores del Movimiento Cultural Take A Wine.




CAMINANDO POR EL CAMPOSANTO

Caminé entre las tumbas envueltas en su solemne silencio,
recordando los ruidos que dejaba al otro lado del camposanto,
y no sentí tristeza ni indignación, mas contuve la ternura.
Revisé una a una sus maderas y sus recuerdos,
los felices y los amargos,
que después de una vida se reunían en esta anunciada tesitura. 
Caminando despacio, para no despertar los miedos,
respiré hondo frente a ex amigos y ex enemigos, y ex enamorados,
y fui apartando con el pie las flores marchitadas por la penumbra.
Las lápidas me miraban calladas y conteniendo los recelos,
piedra dura, mármol frío, ladrillo o barro,
no puedo imaginar qué pensará de mi visita la luna.
Y fui hablando uno a uno con los muertos,
por si quedó sin perdón algún secreto del alma con sus pecados,
o alguna deuda pendiente de algún contrato, o alguna duda...
Caminé sin aparentar inquietud porque se fugaba el tiempo,
pero no era momento de intercambiar condenas por agravios,
vine como notario...-mala elección esta para los dueños de tumbas-.
Y leí: a mi madre, que me dio la vida; hijo, siempre te recuerdo;
con todo mi amor, a mi mujer; descansa en paz, te he perdonado.
Y después de dar fe, rellené con parsimonia mis Sagradas Escrituras.


ES CIERTO QUE TE VI LLORAR

Es cierto que ha pasado mucho tiempo desde que te vi llorar
al borde de un precipicio donde mirar hacia abajo daba miedo,
dando la espalda a un mundo de preguntas sin respuestas,
ignorando que había un camino para el fracaso
pero otros muchos caminos para llegar a ella.

Estabas llorando porque no tenías otras emociones que regalar,
porque no comprendías que el alma puede convertirse
en lluvia, arroyo, nieve, viento o tormenta, según quieras.

Sé que no es fácil olvidar todo aquello que dio forma a tu vida,
los diálogos bulliciosos y el desayuno frío, el pensamiento a oscuras,
las cartas a tinta antigua, aquellos vecinos que nunca regresaron,
las fotos desvaídas de lugares de ensueño con promesas traicioneras,
y que se borraron de tu agenda por causa de fuerza mayor.

Yo no te digo que renueves tu espacio con sonrisa frente al llanto,
ni que hagas la maleta, ni que olvides, ni que encierres la vergüenza,
ella te hizo llorar porque las emociones no entienden de finales.

Ha pasado mucho tiempo y siguen vivos voluminosos recuerdos,
esos que cuesta arrinconar en algún cajón para que se los coma el polvo;
pero si te asomas al mar, comprenderás el movimiento de las mareas,
y, sin prisas, entenderás que del odio al amor solo hay dos pasos,
uno, por el corazón, y otro, persiguiendo aquellos besos 
que, en mitad de la guerra entre la razón y la locura,
sin compasión dejaron huella cuando te despellejaron el alma.





 

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