viernes, 6 de octubre de 2023

JUAN EMILIO RÍOS VERA

 



Juan Emilio Ríos Vera nació en Algeciras en 1966.

Licenciado en Filología Hispánica. Presidente del Ateneo “José Román” de Algeciras y de la Sección VI del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Presidente de la Agrupación Poética “José Luis Cano”. Socio del Ateneo Republicano “Blasco Ibáñez” de Valencia y de la Asociación de Poetas pro Derechos Humanos.  Premio "Aljabibe" de Poesía en 2012. Escudo de Oro de la Unión Nacional de Escritores (2014), medalla de San Isidoro de Sevilla de la UNEE (2018), insignia de oro de la ciudad de Algeciras.

Poeta, narrador, articulista y novelista.


AMA MIENTRAS QUEDE VERANO EN LOS ÁRBOLES


Besa el aire mientras lleve en sus alforjas

el aroma estival de las flores que nacen

al abrazo de los rayos del sol sudorosos.

Palpa la tierra si aún invive en ella la pulsión

del verano pujante.

Ama con prisa a las tiernas muchachas

que no saben de penas ni de aflicciones.

Rocía de besos sus pieles de gacela

y acaricia la pulpa de su deseo en flor.

Huele la madera que se macera en la raíz

del sentimiento junto con la tierra 

que despierta y el fuego que tiembla

en los vericuetos del alma.

Es el amor de verano 

el que tiene prisa por verdecer

porque sabe que el otoño 

no encontrará ya a los amantes

en la misma plenitud de pulsiones

y se habrá agostado su brío

en la coraza del pecho, 

agua ya en sombra,

agua detenida.

río seco.



DOS CAMINOS PARALELOS, PERO ANTITÉTICOS


Entre la guerra y la paz

hay dos caminos paralelos, pero antitéticos:

uno un mar profundo que vadear

sin descanso, para arribar 

a la orilla pacífica del armisticio.

En ese mar impetuoso suelen ahogarse

a menudo las buenas intenciones de paz

entre los hombres.

El otro camino es un puente de madera,

antiquísimo, pero seguro y firme,

que es el mejor vehículo,

para abandonar las armas

y abrazar las almas,

caminando con paso rápido, pero

sabiendo donde posar los pies de plomo.

Es ese el sendero del diálogo, 

El respeto y la concordia,

que nos convertirá en pontífices

hacia un mundo desconocido e inédito,

donde no haya banderas por las que luchar,

países que defender ni aduanas

que separen los seres humanos de primera

categoría de los huérfanos de la fortuna,

esos que no tienen ni siquiera

el derecho a una vida digna, mínimamente humana.



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