miércoles, 4 de octubre de 2023

MARÍA ISABEL CASTRO RIVERA

 


Diplomada en Ciencia de la Salud, especialista en Obstetricia y Ginecología (Matrona) 

Aunque optó por las ciencias siempre ha sido, y es, una enamorada de las letras. 


La investigación es una de sus pasiones. Uno de sus últimos trabajos ha sido la recuperación de la memoria de 33 escritoras de habla hispana comprendidas en una franja temporal que va desde el siglo XV hasta el primer cuarto del siglo XX; contribuyendo con este trabajo a poner en valor las raíces de la intelectualidad femenina.


Es gestora cultural, entre otros, ha presentado, coordinado y es de su autoría, el evento literario Voces Perdidas, Voces Olvidadas. Editado recientemente por Promotora Cultural Malagueña y coordinado por Ediciones del Genal.


Es miembro de Humanismo Solidario, del Ateneo de Málaga, del grupo literario Capitel y vocal de proyectos del Colectivo Malagueño de Escritores (CME)


Además de la poesía, también cultiva otros géneros literarios como el relato y la biografía.


Publica en revistas de ámbito cultural nacional e internacional.


Sus poemas aparecen en varias antologías.




ELEGÍA A UN AMOR PERDIDO


I

Todo pudo ser, pero nada fue hecho. 

Yo con mi locura y tú en tu delirio

y fuimos apasionados amantes 

en aquellas claras noches de estío.


II

Hoy soy para ti secuencia perdida,

aquellas que dirás no haber vivido.

Y así, si nos cruzamos algún día,

Tú, distraída, mirarás a otro lado, 

yo, me iré buscando la lejanía.


III

Pasando los días conocerás 

otro amante, afectuoso, tierno y fiel,

que te seducirá con sus encantos 

y puede ser que te cases con él.


IV

Pasando los años, vuelta a empezar.

Te acordarás de lo que sin ser fuimos:

de aquellas fechas en el calendario,

de aquellas noches templadas de estío,

de que soy el mismo de la noche aquella

aunque te empeñes en cerrar los ojos 

para no ver las brillantes estrellas.


V

 ¿Qué más te digo que no te haya dicho?

¡ah! Si, que te morirás algún día

—cómo todos nos hemos de morir—.

Las plañideras llorarán tu nombre

sollozando mil palabras sombrías 

y te velarán hijos de otro hombre.




A Ida Vitale


ESTO ES ELLA (endecasílabo)


Ojos de mirada dulce y serena

y a su vez brillantes como zafiros

prestos a cortar el aire, sin más.


Pelo castaño como aquella tierra

que la vio nacer, crecer y vivir,

la misma que la acompaña e ilumina

sus atardeceres al caminar.


Piel clara y suave cual melocotón

al surgir su primigesta preñez.


Su cultura, su idioma y sus costumbres,

su gran fe, sus vivencias y su credo;

la savia de sus ancestros corriendo

a borbotones por todo su cuerpo.


Su inteligencia, su conocimiento,

su cortesía y sus formas de vida.

Esto es ella, la suma de ellos todos:

el legado mismo de su existencia.


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