domingo, 22 de octubre de 2023

TOMAS MIELKE

 


Tomás Mielke nació en un Berlín dividido y pasó su adolescencia entre Ronda y Villamartín dónde conoció la poesía de los grandes autores sin saber español. Comenzó a interesarse por Bécquer, Rilke, Lorca y Machado. 

Más tarde, una vez fundado el grupo Literario Zabayo, del cual fue durante muchos años su presidente crea “los Encuentros Literarios” y “La Bienal de Poesía y de las Artes” donde recitaron poetas de la talla de Ana Rossetti, Antonio Hernández o los hermanos Murciano. Vive desde 1999 en la localidad de Estepona y ha publicado en varias revistas poéticas como “Azahar” de Conil, la Traíña de Marbella, El Brillante Literario de Villamartín y en numerosos foros nacionales como internacionales. 

Es miembro del Grupo Poético Estepona, (Take A Wine), participa en las tertulias del Grupo La Balada Nómada y es miembro fundador del Grupo de Artistas Independientes “La Huella De Salduba”, siendo el coordinador de contenidos en La Vanguardia (digital) para La Huella De Salduba. 

Es un apasionado de la poesía de su “maestro” Pablo Neruda y de la poesía japonesa, cinéfilo, melómano y fotógrafo. 

Tiene publicado cuatro poemarios, “Poemas de una noche anterior”, (Ayto. de Villamartín, 1997), “A un verso de distancia”, (Platero Editorial, 2021), “20 poemas y alguien que te bese”, (Aliar Ediciones, 2022), y “Echa para un lado el cielo”, (Amazon), es su última obra, publicada de forma totalmente independiente.


APRENDÍ 


a naufragar 

antes de que la voz cayera tras las persianas 

y el gallo cantase 

ante un muro de silencio que anida en el alma 

sin sacar nada 

fuera de contexto. 

Aprendí a naufragar 

antes de volar, 

antes de soñar, 

antes de respirar. 

No sé si volver 

o darme por perdido 

en esta balsa 

que nos otorga la vida. Aprendí a naufragar 

antes de andar, 

antes de amar, 

antes de valorar. 

Aprendí, 

aprendí a morir 

antes de ser un mortal. 



DOS CARAS 


Desisto impasible 

como copo de nieve 

ante el sol. 

Nada es recuperable 

como la paciencia, 

una dolencia artrósica 

que aumenta con la edad. Es el aprendizaje 

de la espalda. 

Ya tengo, 

mal contadas, 

diez cicatrices

de puñales 

y algún que otro 

mal de ojo, 

una herencia traicionada, 

lenguas de cenizas, 

espejos amigables 

hechos jirones 

con dos caras. 

Perdónenme, 

he cambiado 

mi carisma 

por el cianuro. 


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