jueves, 10 de octubre de 2019

CANTAUTOR PACO MEDINA



Paco Medina, cantautor gaditano. Sus canciones llenas de las raíces de los mejores compositores gaditanos (Javier Ruibal, Chano Domínguez…), el pop, el carnaval, son una buena manera de adentrarnos en los otros músicos, los que no sacan disco, pero se suben a un escenario cada día como si promocionaran su nueva grabación y convierten su profesión en una manera de estar en el mundo.











En el arcén: Paco Medina, entre el Carnaval y Serrat.


«Debería ser una asignatura obligatoria en la educación pública saber reírnos de nosotros mismos, se nos quitaría la cara de vinagre a más de uno»
 Paco Medina, cantautor gaditano, no publica disco estos días, no presenta una recopilación de sus canciones, pero es un talento que, desde Cádiz, se va extendiendo por Andalucía. Sus canciones llenas de las raíces de los mejores compositores gaditanos (Javier Ruibal, Chano Domínguez…), el pop, el carnaval, son una buena manera de adentrarnos en los otros músicos, los que no sacan disco, pero se suben a un escenario cada día como si promocionaran su nueva grabación y convierten su profesión en una manera de estar en el mundo.

Eres cantautor y vives en Cádiz, ¿verdad? Eso quiere decir que eres un suicida o un loco.
Eso quiere decir que soy de los escasos afortunados que pudieron encontrar un empleo en la provincia de Cádiz que me permitió comprar cuerdas para la guitarra y así poder llegar a ser cantautor [ríe]. Estoy de acuerdo contigo en que si alguien pretende comer de la música, vivir en Cádiz es algo que te limita, pero desgraciadamente es una provincia machacada por el paro y la movida cultural no es precisamente la prioridad de ciertos gobiernos. Por tanto llámame “loco con suerte” de poder al menos tener la oportunidad de expresarme en locales señeros de la provincia de Cádiz, regentada con gente tan loca como yo, como puede ser el Café-Teatro Pay Pay, Damajuana u otros.

Tú, como algunos antes y después, sales del Carnaval, ¿tanto talento hay ahí adentro?
Digamos que hay más talentos de los que se conocen, y que muchos de los que se conocen no lo son tanto. Es verdad que el Carnaval moviliza a un gran número de magníficos músicos y letristas que durante cuatro o cinco meses le dan vueltas a pasodobles, tangos, cuplés, para el Concurso Oficial de Agrupaciones, y que de hecho han triunfado más allá del Carnaval con una carrera musical: Jesus Bienvenido, Antonio Martínez Ares, etc., pero también es verdad que existe otro gran número de autores e integrantes de agrupaciones callejeras que no son tan conocidos como los anteriores, pero que despliegan un humor cargado de contenido, inteligente y musicalmente muy interesante. En eso Cádiz juega con ventaja respecto a otras poblaciones.

Dime, ¿quién es Javier Ruibal?
Me quedo con la respuesta que Juan Echanove dio en el libro de Luis García Gil «Javier Ruibal, más al sur de la quimera»: «Javier Ruibal es Cádiz».

La anterior pregunta te la he hecho desde la maldad porque somos muchos los que pensamos que tu música no puede entenderse sin la de él, ¿qué significa para ti Ruibal?
Javier ha sido un referente fundamental para mí desde que le escuché la primera vez mientras sonaba en un reproductor de cintas su primer disco, «Duna». Acercarse a Ruibal es acercarse a la música de cantautor sin las limitaciones que el concepto “cantautor” ha recibido históricamente. La capacidad de trabajo en cada composición, su calidad vocal, el cuidado en los arreglos, las letras rotundas, el saber fusionar músicas de diferentes estilos, y siempre rodeado de magníficos músicos, hace que artistas de la talla de Miguel Ríos, Santiago Auserón, Sara Baras, Chano Domínguez, etc.. se declaren auténticos admiradores de su obra.. y ahora encima, después de conocer su calidad humana, creo que puedo llamarle también amigo, que es para mí aún más importante.

¿Te molesta que te comparen?
Me molesta sobremanera el plagio, pero todos los artistas han tenido sus referentes musicales o escénicos y yo no voy a ser menos. Yo intento encontrar mi sonido personal, pero no me importa en absoluto que me digan de vez en cuando que tengo sonidos o aires “ruibalíes”, como lo describe Krahe, o que en un momento dado un determinado timbre de mi voz suena “serratiano”, porque llevo toda la vida escuchando, admirando y acompañando sus canciones con la guitarra… lo raro sería que me dijeran que me parezco a Camilo Sexto.

Pero, dejando al portuense a un lado, eres uno de los musicos que mejor versiona a Serrat y uno de los pocos que puede hacer las guitarras de Silvio Rodríguez, ¿cómo se come eso?
Se come echando muchas, muchas, muchas horas con el reproductor hacia delante y hacia atrás, buscando acordes… Ahora con internet no es difícil encontrar vídeos donde puedes copiar cada movimiento o cada acorde, pero en aquella época, y habrá compañeros músicos que me den la razón, sacar una canción de Silvio era un acto heroico. Serrat siempre ha sido un poco más accesible y frecuentemente se vendían libretos con los acordes de sus canciones, darle el aire de Serrat ya es otra cuestión.

Ya no eres un niño, no vamos a engañarnos, pero de un tiempo a esta parte, por Andalucía, se te ve bastante, ¿a qué se debe el fenómeno?
Se debe fundamentalmente a que la vida no se mide por los años vividos, sino por la pasión que le imprimas a lo que haces. En estos pocos años en los que he comenzado a sacar de mi interior canciones, he ido aprendiendo a golpe de escenario, de actuaciones, de considerar un lujo y un honor poder expresarme a través de mi guitarra y mi voz y, lo que es aún más importante, aprendiendo que en el momento en que uno está sobre un escenario el respeto al público no se debe perder jamás; considero por tanto que si están contando conmigo para actuaciones más allá de las murallas de Cádiz es precisamente porque me entrego al máximo y con el máximo cariño.

En tus canciones el amor es el epicentro, pero también la mala hostia, como en la canción ‘Juanlanas’, ¿amor y mala leche es una buena combinación?
Amor y mala leche son una combinación explosiva, sobre todo en las rupturas [risas]. Esa canción es una manera muy sana y divertida de reconocer la cantidad de tonterías que uno hace por amor. Debería ser una asignatura obligatoria en la educación pública saber reírnos de nosotros mismos, se nos quitaría la cara de vinagre que más de uno y de una arrastra en la vida.

Elige: la bolsa o la música.
La música… siempre la música.


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