jueves, 3 de octubre de 2019

FRANCISCO JAVIER DÍAZ AGUILERA


Me cuentan que nací en Tánger. Allí, entre los muchos olvidados de aquella otra España dónde la libertad era una fantasía de esas que albergan en nuestros corazones.

Aún recuerdo mi maleta, tal vez más grande que yo, y esos continuos viajes hacia mi Cádiz.

Ahora creo que tal vez no nací hasta que no me sentí realmente libre.

Era mi abuelo Pedro mi péndulo que determinaba cuando la vida empezaba a ser normal y allá en los años 80 pisó por primera vez aquel suelo para él maldito.

Allí sonaban, en silencio, mis primeras letras. Aunque creo que nací envuelto en un papel en blanco y un lápiz para poder escribir sólo ocho letras "libertad".

Ahora sesenta años después, aún no se escribir dicha palabra y solo encuentro su contenido en la mar.
Ahí la mar, ahí mi Tácita, ahí mi Caleta y ahí yo, el último marinero romántico eterno buscador de ella "la libertad" .

Es en tus labios dónde hallo cada una de las letras de mi vida.

Así leo los poemas de la vida y a veces, solo a veces, mancho el blanco papel de mi nacer.

Mis libros son el viento, mis rimas el sabor de tus labios y mi poesía, el canto a la libertad cada día.

Ya carezco de ideologías, solo sé aquello que no quiero y es que ningún niño vuelva a nacer con un blanco papel en el que tenga que aprender a escribir esas ocho letras, mi eterna pesadilla, "libertad".



SIEMPRE LA MAR

Te pienso y no te puedo olvidar
ya hace un año sin mirarte
y aún sé dónde está cada concha
de tu mar...
Tan pequeña como coqueta
con dos guardianes, castillos
de la mar ...
No quiero decir tu nombre
para que mis ojos no tengan gotas
de esa mar...
Marinero, pescador, ahora atado
con cadenas de ficción y allí
la mar...
Soy gaditano, esté dónde este,
porque por estas venas aún corren
olas de la mar...
Caleta, perla de la mar, porcelana
de esta Tácita, Tácita de Plata,
rodeada por la mar...


SILENCIO DE SAL

Silencio, silencio la mar
tiene forma de poesía, 
fúndete con las olas
y ahí hallarás lo que es
la libertad.

La rima es la suavidad
como roce de olas en la orilla 
y la sal, la sal, aderezo 
de nuestra existencia.

Infinita la mar, sin principio ni final,
espejo de blanca luna
y ocaso de los rayos del sol.
¿Quién me enseñó a
escribir versos sobre la arena?
Será el amor o serán los latidos de tu
corazón.

Poeta eres vieja piedra
de mar, de la mar,
olas que llegan y olas
que se van; vieja piedra
que aprendió a navegar
buscando su único destino ¡tú sabor a sal!



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