miércoles, 9 de octubre de 2019

JOSÉ LUIS RUBIO





Nací a unos pasos de La Caleta y puedo decir que el mar acunó mis primeros sueños. Hoy sesenta años después sigo durmiendo oyendo el murmullo de las olas. Soy en esto de la cultura un poco atrevido. Me atreví a editar una revista, que en este año 2019 está cumpliendo 30 años; he publicado, con mis propios recursos, unos trece poemarios, siendo el primero Migajas ardientes y el último Matemáticas imperfectas; osé en la radio local de Conil hacer un programa de Flamenco que también este año ha cumplido 30 años en antena; fui de manera un tanto casual concejal de cultura durante dos legislaturas sin dejar de trabajar en la escuela un día sí y otro también; he colaborado activamente con algunos movimientos culturales. En el futuro creo que seguiré con la poesía porque ya forma parte de mi vida. Tampoco me olvidaré del Flamenco que es otra de mis pasiones.



LOS OLORES DE LA NOCHE

La noche tiene también sus olores.
Huele la noche a oscuridad.
Huele la noche a silencio.
Huele la noche a miedo.

Son olores que a veces no se perciben,
que se esconden bajo la mortecina
luz de la farolas o en los portales
cerrados de las casas oscuras.

Pero cuando se huelen asustan
porque la oscuridad, el silencio
y el miedo siempre son elementos
que nos impresionan cuando los sentimos.

Sin embargo yo en las noches
busco otros olores, otros perfumes.
Busco el olor de la luna
o el profundo de las damas de noche.

Sorpréndeme noche con perfumes
desconocidos para que olvide
los siniestros olores
que me alejan de las noches.



EL COLOR DEL PERFUME

¿Tiene color el perfume?
Te diría, chiquillo, que no
pero quizás esté equivocado
porque estoy viendo que del tarro
se escapa un color azul
que, tal vez, solo yo vea.

Aunque sé que me dirás
que el perfume huele
y es incoloro pero yo te repito
que ese perfume, ése,
el del tarro, que está sobre la mesa,
yo lo veo azul, muy azul,
intensamente azul.

Creo que tú no lo veas,
lo creo, aunque para mí,
no tengo duda, que el olor,
está teñido de azul
y yo lo siento, lo veo,
y hasta te diría que lo toco.

Que tú tan solo lo hueles
es totalmente posible
porque tus ojos miran
pero no aciertan a ver
el azul que se enreda
en el olor cuando sale del frasco.

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